El derecho a decidir

De acuerdo con Timehop, la app que recupera tu actividad en redes sociales de años anteriores, el 17 de marzo de 2015, escribí en Twitter: “Lección práctica para quien lo necesite: cuerpo que no habites, cuerpo ajeno”. En ese entonces, había querido expresar en menos de 140 caracteres mi convencimiento de la necesidad de respetar la autonomía corporal de las mujeres que deciden acceder a una interrupción del embarazo. El próximo año, Timehop no sólo me recordará esa frase y su motivación, sino que en el mismo día del 2016, asistí al foro Los Derechos Sexuales y Reproductivos ante la Reforma al Artículo 4° Constitucional.
Aunque tarde, el foro inició, en el Auditorio de la Normal Veracruzana, con la participación a distancia de la famosa feminista Marta Lamas, seguida de Rebeca Ramos Duarte, del Grupo de Información en Reproducción Elegida (GIRE); Fray Julián Cruzalta, de Católicas por el Derecho a Decidir; Esperanza Delgado Herrera, gerente de Relaciones interinstitucionales de Mexfam; Verónica Cruz Sánchez, del grupo Las Libres; y Sofía Garduño, de Balance AC.
Dada la duración del evento (poco más de tres horas), sería imposible describir con la debida correspondencia cada una de las ponencias presentadas; sin embargo, quisiera resaltar algunos puntos que al finalizar y con el paso de los días me siguen pareciendo más importantes:
Lamas, al finalizar su videoconferencia, consideró que al hablar sobre la interrupción del embarazo y los derechos del embrión, se recurre a la idea de que el ovulo fecundado ha adquirido inmediatamente un alma. Por mi parte, agregaría que incluso podríamos matizar el contenido religioso y sustituir la palabra “alma” por “ser”: ¿el ovulo fecundado tiene alma, o ser, o conciencia de sí mismo como un individuo? ¿Desde el momento de su concepción empieza a adquirir un carácter o identidad? La respuesta para Lamas ―y para otros tantos presentes en el auditorio que asentían sin darse cuenta― es un simple no, aunque haya personas que ante tal cuestionamiento responderían afirmativamente.
En ese sentido, fray Julián Cruzalta lamentó que los legisladores veracruzanos que votaron por proteger la vida desde la concepción hasta la muerte natural el pasado enero no hayan sabido diferenciar su ética privada, de la pública. Porque como bien dijo Rebeca Ramos, los sujetos políticos del estado deberían evitar legislar sobre el “deber” de las mujeres en tanto únicamente posibles madres, sino cuáles son realmente las necesidades de las veracruzanas: ¿una reforma que proteja la vida desde la concepción y restrinja la suya, o unas leyes que permitan una segura Interrupción Legal del Embarazo en nuestro propio estado? Para Cruzalta, es imperativo que los diputados creen leyes que permitan a los ciudadanos tener verdadero poder para elegir, pues la reforma de la que nos ocupamos sólo provocaría que las mujeres que deseen abortar sigan viajando a México para hacerlo legalmente, o a sitios clandestinos e insalubres en el estado que ponen en riesgo su vida.
Por último, Esperanza Delgado Herrera cuestionó la pertinencia de una ley que protegería la vida desde la concepción en un estado en el que se ha exigido que se implemente la Alerta de Género; un estado que no sólo resulta peligroso para las mujeres adultas, sino también para las más jóvenes, pues al menos 2250 de los embarazos en muchachas de 10 a 14 años están asociados a la violencia sexual. Y si bien, Veracruz permite el aborto en caso de violación, Sofía Garduño nos reveló que un alto número de veracruzanas violentadas deben viajar a la Ciudad de México para interrumpir su embarazo, pues las autoridades estatales retrasan el proceso indefinidamente.
Casi tres horas y después de una ronda de preguntas, el foro Los Derechos Sexuales y Reproductivos ante la Reforma al Artículo 4° Constitucional concluyó. Debo decir que a pesar de haber contado con colaboraciones excelentes, fue una pena que el auditorio se fuera vaciando poco a poco, probablemente debido a la duración y tardanza con la que el evento inició, así como que no atrajera más audiencia. Considerando ciertas participaciones del público, especialmente de adolescentes, habría sido ideal que este foro hubiera alcanzado a más personas no sólo para aclarar dudas, sino para que las creara y que motivara, como expresó fray Julián Cruzalta, la diferenciación de la ética privada, de la pública.

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