El Ejercito la última esperanza

Más de 18 mil efectivos del Ejército, Marina Armada, Fuerza Aérea y Policía Federal que, como todos los años, desfilaron, en la ciudad de México, ante el pueblo de éste país, presentaron sus valores como cuerpos de seguridad nacional y un despliegue de armas y soldados especializados para actuar en cualquier situación que México requiera.
Efectivamente, los soldados mexicanos cumplen con las expectativas de ser la fortaleza bélica de éste México, responden a la confianza que los mexicanos aún tienen en sus militares que, cuando actúan, logran objetivos para sostener la soberanía de éste país.
Como ejercito de paz, han demostrado como se atiende a la población en desgracia, el mayor ejemplo lo estamos viendo y viviendo en Oaxaca, Chiapas y Tabasco, entidades fuertemente golpeadas por los sismos y huracanes que han puesto a la población en situación de crisis, ahí los soldados con el PLAN DN III, ayudan, cuidan y llevan auxilio a la población siniestrada.
Sin duda, observamos durante la parada militar del 16 de septiembre que los soldados siguen siendo la esperanza de la tranquilidad y seguridad de los mexicanos, ellos son la única fuerza preparada, entrenada y equipada para enfrentar al crimen, sin embrago, nos preguntamos de que depende para que estas fuerzas castrenses puedan realizar las actividades para controlar las plazas dominadas por la delincuencia.
Aviones, escuadrones, armas de grueso calibre, expertos en combate, en inteligencia militar, equipos de radiotransmisión, voluntad y compromiso de salvaguardar a la población están listos para intervenir y, seguramente, someter las incidencias diarias que provocan muerte de civiles inocentes a manos de criminales.
Que tiene que pasar o hasta cuando esos escuadrones élites que pasaron por las calles y fueron vitoreadas por la población, esa población que espera dar las gracias al ejército, marina, fuerza área, policía federal hombres y mujeres dispuestos y dispuestas a defender a México, como el Plan DN III que da resultados, pero, que, por alguna razón, solo vemos su poderío en los desfiles de honor cada 15 de septiembre, cada año.
No queda claro, insisto, por qué, mientras el pueblo sucumbe ante la temible ola de violencia con policías municipales y estatales rebasadas, donde la población ya no aguanta tanta presión sobre su propia seguridad y todos los días lamenta la pérdida de vidas de buenos o malos, pero vidas al fin, que genera un terror, como el que vivimos el miércoles pasado al observar, en pleno centro de la ciudad, personas embolsadas y decapitadas, balacera que dejó una persona muerta, asalto, robos y un encajuelado en la periferia de la ciudad y el ejército encuartelado.

Las autoridades de seguridad pública, en las ciudades del país, cargan con la responsabilidad de no poder ofrecer al pueblo mexicano, en cada una de las entidades donde florece el crimen. Los datos delincuenciales son impresionantes: robos, asaltos, secuestros, homicidios, extorsiones y todos los delitos del fuero común son exorbitantes.
Del fuero federal los delitos, también van en aumento, en ambos casos creemos que hacen falta más estrategias de combate contra el crimen, que los cuerpos militares y policiales deben de salir a investigar los delitos y perseguir a los delincuentes, todos los días sabemos que ocurren y, todos los días sabemos que hay víctimas, es decir delitos y víctimas, pero, sin delincuentes detenidos.
La reincidencia diaria y cotidiana de los delincuentes que, ante la falta de respuesta de las autoridades encargadas de la seguridad pública no manifiesten resultados positivos de detenciones y encarcelamiento, éstos seguirán haciendo de las suyas.
El mapa del hampa y los delitos que ocurren es cada día mayor, peligroso para la sociedad y empieza a deteriorar el tejido social, cada día se pierde más la confianza en las autoridades y el miedo crece.
La inseguridad ciudadana es un fenómeno complejo cuyo incremento del crimen y violencia asociada al reclamo social de la gente que tiene desesperanza y reducción de confianza en la autoridad, opaca cualquier oportunidad de desarrollo progreso y crecimiento social y genera un sentimiento de reproche al gobierno, de ineficiencia ante el incremento de la inseguridad, intranquilidad y miedo.
El ejército es la última esperanza. Pero de que algo pasa… pasa.

fl.carranco@gmail.com