A 23 años de aquel asesinato

Manuel Camacho Solís nunca aceptó que Carlos Salinas nominara a Luis Donaldo Colosio como candidato presidencial del PRI, que se lo comunicó la tarde del sábado 28 de noviembre en Los Pinos, y lo oficializó al día siguiente, porque había confiado a los suyos, y a él mismo, que el sucesor sería él. Tras un desayuno con el Presidente, la mañana del lunes 30 de noviembre, Salinas lo designó secretario de Relaciones Exteriores, a donde se llevó a Marcelo Ebrard como subsecretario, y Manuel Aguilera fue jefe del Departamento del Distrito Federal. Camacho seguía sin reconocer a Colosio candidato presidencial del PRI, cuando Salinas hizo una visita oficial a China y Japón, a finales de diciembre de aquel año, donde se llevó de acompañante a su amigo Emilio Lozoya Thalmann, secretario de lo que hoy es Energía, y Camacho a Ebrard, viaje en el que casi no se hablaron. La madrugada del 1 de enero irrumpió el EZLN con su declaración de guerra y acción armada en Chiapas y días después, el lunes 10 de enero, Salinas lo designó comisionado para la paz de Chiapas, sin salario, aspiraba a ser el candidato suplente de Colosio, por lo que el mismo Presidente hizo aquella declaración del no se hagan bolas. Enero, febrero y lo que vivió de marzo, fueron un tormento para Colosio por la presión y omnipresencia de Camacho, que seguía sin reconocerlo. Hasta donde sé, Colosio intentó un acercamiento más, y fue una cena con Camacho en casa de Luis Martínez, el 16 de marzo en su casa, en la que se comprometió a hacer una declaración, el 22 de marzo, cuando Colosio estaba en Culiacán de paso a Tijuana: Quiero ser presidente pero no a cualquier precio, entre la Presidencia y la paz, escojo la paz, dijo. Pero esa especie de declinación ya no la pudo celebrar Colosio. A la tarde siguiente, en una trampa montada en unos arrabales de Tijuana conocidos como Lomas Taurinas, lo mataron de un tiro en la cabeza. Hoy se cumplen 23 años. De haber reconocido Camacho a Colosio, él hubiera sido el sucesor. La ambición lo eliminó. ORADOR. La memoria de Colosio no merece que el orador de hoy sea José Murat Casab, así como la fundación que lleva su nombre tampoco merece que un político como él la presida. Pobre Colosio. (Fuente: Milenio, “En Privado”; Joaquín López-Dóriga, 23/MARZO/2017).