A propósito del mal fario de los cambios políticos

Desde los tiempos del expresidente López Portillo, hasta la llegada a Los Pinos de Enrique Peña Nieto, se dijo que las sucesiones presidenciales de los candidatos del PRI eran portadoras del “mal fario”; al que los alquimistas le atribuyen “mala suerte”; mala fortuna que fue siempre en perjuicio de los mexicanos y no de la clase gobernante.

Del reclamo al expresidente Luis Echeverría Alvarez (populista de cepa) por el gobierno de ocurrencias con tendencia hacia la izquierda, con el que gobernó a México, después de la masacre del 2 de octubre del 68, cuando fungió como Secretario de Gobernación con Díaz Ordaz; más habría que echarle en cara la sangrienta represión del 10 de junio de 1971, cuando don Alfonso (Alconso) Martínez Domínguez ordenó la persecución con desapariciones forzadas y muerte de miles de estudiantes en la Ciudad de México, marcando un hito en la historia de este país, gracias a la lucha estudiantil cuyas demandas fundamentales fueron por la Libertad y la Democracia.

Miguel de la Madrid enfrentó varias crisis durante su gobierno, sobre todo al haber heredado la bancarrota económica con que le entregó la administración pública López Portillo, con los efectos del Fobaproa y la devaluación del peso frente al dólar, además de una baja inesperada en el precio internacional del petróleo mexicano, lo que obligó al fiel de la balanza, como se ha considerado siempre al Presidente de la República en la elección de su sucesor, a inclinarse por el tecnócrata, neoliberal Carlos Salinas de Gortari, y éste a su vez a elegir al malogrado Luis Donaldo Colosio Murrieta y en su lugar a Ernesto Zedillo Ponce de León, quien no pudo mantener la hegemonía del PRI y por el temor a su antecesor, optó por una transición democrática con Vicente Fox, llena de fracasos.

Felipe Calderón Hinojosa, el fallido “Presidente del empleo”, continuó la debacle económica acompañada de la guerra contra los narcos, cuyo resultado final se ha dicho que sumó cerca de 120 mil personas fallecidas entre ejecuciones y desaparecidos. Peña Nieto “el recién divorciado”, un fiasco para todos, peor que Calderón y que Fox, juntos.

Apenas comienza la 4ª Transformación y las heridas de quienes perdieron la elección no cicatrizan; confiamos en que el Presidente Andrés Manuel López Obrador, convertido en el solitario de Palacio por la ineficacia de sus colaboradores, guarda el antídoto para acabar con el mal fario que acompañó a sus predecesores.