AMLO, solapa la ineptitud de Cuitláhuac

¡Los veracruzanos no están molestos con su gobernante, están verdaderamente encabronados!

Cuitláhuac García, está comprobado, gobierna sobre un cementerio.
Al paso de los días, suman decenas de asesinatos, crímenes impunes feminicidios sin freno y un estado sin ley.
No hay poder humano que ponga límite a los Carteles criminales; los bandoleros se pasean por las calles, pueblos y ciudades sin temor ni recato; la policía prefiere esconderse o aliarse, y el ejército y la marina están rebasados.
Este fin de semana, en el marco de la visita presidencial, las bandas delincuenciales mandaron –de nueva cuenta- un claro mensaje de autoridad, de que no hay poder humano que los toque, al irrumpir en una fiesta infantil en Minatitlán, para masacrar a hombres, mujeres y a un niño.
14 muertos sobre charcos de sangre fue el saldo del Viernes Santo, en un festín de la muerte.
Mientras el gobernador en el “Pirata Fuente” viendo el futbol, sin que nadie se atreviera a interrumpirlo hasta tres horas después de la masacre, para que solo externara que el verdadero culpable era el Fiscal General, Jorge Winckler, con quien trae pleito casado.
El hecho ya había trascendido a nivel mundial.

Un día antes, en Tierra Blanca, sucedía el feminicidio número 83 en donde un grupo de criminales llegaron hasta a la casa de la dirigente social Sonia Ramírez Trujillo, la cual llenaron de balazos, uno en la cara marcó el sello de la casa.
Nadie sabe, nadie supo en fondo del atentado.
Cumplida la misión los sicarios –adolescentes de menos de 18 años- se retiraron caminando rumbo a la cantina del pueblo “La Preferida”, donde toda la tarde estuvieron libando, celebrando tan valiente hecho.
Estos días han sido en realidad, como otros fines de semana durante los últimos cinco meses, escenarios plagados de hechos criminales, de violencia, de enfrentamientos entre los seis carteles que se disputan la plaza.
Es el crimen organizado que se ha enseñoreado a lo largo del territorio veracruzano.
En el sur una parte de sus habitantes huyeron y los que se quedaron se mantienen encerrados a piedra y lodo. En el centro, no hay poder humano que pare la criminalidad que incluso penetra a los hospitales a rematar a los heridos, y en la capital, Xalapa, no hay día que no amanezca con cadáveres despedazados regados por las calles.
¿Exageración?
No para quienes en el día a día perdimos la capacidad de asombro ante la escalada asesina que cumple ya tres lustros con un saldo de 5 mil desaparecidos y 600 fosas clandestinas.
No ante quienes observamos la indolencia de la autoridad federal que poco importa la incapacidad del gobierno estatal que se dio un plazo dos años para acabar con la delincuencia.
Y no, ante la indiferencia del Presidente López Obrador cuya cuarta visita solo ha servido para restregar a la ciudadanía que pese a la impopularidad y rechazo al gobernador Cuitláhuac García Jiménez, no solo lo mantiene en el cargo, sino que le garantiza todo el apoyo político.
¿A pesar de su ineptitud?
Pues sí.
Así lo demuestran los hechos. Esa es la actitud asumida en las repetidas visitas del Pejelagarto en donde insiste en que estamos bien y que seguiremos a toda madre.
Tras una rápida visita a Veracruz el Peje regresará a la ciudad de México dejándonos el infierno, la escalda asesina que no para; el estado de “chueco” y sin ley que prevalece.
Y es que cuando la ciudadanía pensaba que ya habíamos tocado fondo con Fidel Herrera, Javier Duarte y Miguel Angel Yunes como gobernantes, llega uno que lo supera y con creces.
Y lo supera en lo que más nos duele, la muerte de nuestras familias, de nuestros amigos, de nuestros vecinos y ciudadanos que estuvieron en el lugar y momento equivocados.
Escribe el diario español El País, que “en Veracruz, según las áreas de inteligencia de la Secretaría de Marina y del Ejército mexicano se disputan el control de la zona los carteles de los Zetas, Cartel Jalisco Nueva Generación y El Golfo. Un territorio clave en el tráfico de drogas, el huachocoleo o robo de combustibles (la región cuenta con cuatro petroquímicas y una refinería), el tráfico de personas, el cobro ilegal a comerciantes (conocido como derecho de piso) y el secuestro en un municipio de alta producción agropecuaria, petrolera y uno de los puertos de carga más importantes del país”.
Hoy concluye la Semana Santa sobre pilas de veracruzanos asesinados de cara a una tan lamentable como contrastante algarabía por la llegada del presidente López Obrador quien a mano alzada pregunta a su pueblo, “¿Verdad que aquí no pasa nada?”… y un “¡Nooo!” rotundo de los chairos, amlovers y pejezombies se deja sentir a nombre de ocho millones de veracruzanos.

¡Que pena!

Tiempo al tiempo.

*Premio Nacional de Periodismo