ANTE LA CONTINGENCIA, FE Y PAZ

En estos días, uno de los temas más preocupantes, es sin duda la pandemia del COVID- 19 Coronavirus, declarada a nivel mundial por la OMS Organización Mundial de la Salud. Todos los días, los noticieros nos ponen al tanto de la situación del virus en nuestro país y en el resto del mundo. En algunos países las cifras son alarmantes y en otros son esperanzadoras, empezando por la misma China.
En redes sociales han circulado infinidad de avisos, indicaciones, medidas de prevención, puntos de vista de expertos en salud, opiniones, reflexiones sobre éste fenómeno que ha sacudido al mundo entero. Hoy me quiero quedar con la parte que nos ha mostrado lo vulnerables, frágiles, sensibles que somos los seres humanos. Ésta situación nos invita, nos conmina casi nos obliga a hacer un alto a nuestra rutina, nuestras labores, actividades cotidianas, escolares, recreativas, etc. Para hacer una reflexión profunda sobre las cosas que tiene valor para nuestra vida, siendo de prioridad la vida misma, familia, salud, la libertad, la fe.
Es cierto, que hay mucho temor, miedo, incertidumbre, pánico, por todas las consecuencias que esta contingencia pueda ocasionar, primordialmente en dos vertientes: en primer lugar, el riesgo latente sobre nuestra salud y la de nuestros seres amados; y por otro lado, el desequilibrio económico, ante el encierro de la población, lo cual genera un freno en la economía, al no haber ventas por parte de muchas micro, pequeñas y medianas empresas, principalmente las de servicios como restaurantes, hoteles, tiendas de abarrotes, etc.
En estos días, también he recibido muchos mensajes de reflexión de diferentes escritores, pensadores y columnistas en el sentido de que es la propia naturaleza, quien ha provocado esta parálisis, frenando la tala de árboles, la contaminación del aire, los ríos, mares, la atmósfera, permitiendo que en algunos lugares se pueda escuchar el canto de las aves, se pueda ver nuevamente el azul del cielo, se pueda respirar aire puro y más limpio. Basta recordar el gran incendio ocurrido hace un par de meses en Australia donde se quemaron miles de kilómetros de reservas ecológicas y murieron miles de seres vivos, dejando un saldo devastador y la extinción de algunas especies de animales; y que decir de las marchas en favor de la despenalización del aborto, siendo un paradoja que los niños sean los portadores del mortal virus.
Ya casi para terminar, quisiera compartir un reflexión breve, precisa, profunda de un autor anónimo que hiciera ante éstas circunstancias, éste virus nos enseña: nuestra mejor protección: Dios; nuestro mejor refugio: el hogar; nuestra mejor compañía: la familia; nuestro tiempo real: hoy; el llamado de la naturaleza: detenernos; su mensaje: esperar, respetar.
Por último, quiero comentar en mi muy particular punto de vista, que ante estos hechos que vivimos actualmente, algo que suele perderse con mucha facilidad es la paz, debido a la incertidumbre y la fragilidad que tenemos los seres humanos, por ello les comparto esta gran promesa que Dios hace en el libro de Isaías capítulo 26 versículo 3: “Tú guardaras en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado” Dios nos guarde.