Barbarie en el estado

Hace aproximadamente 40 años, el insigne tuxpeño, Jesús Reyes Heroles, quien fuera director general del IMSS, Secretario de Gobernación y Secretario de Educación, entre otros cargos relevantes, advertía: “Pensemos precavida y precautoriamente que el México bronco, violento, mal llamado bárbaro, no está en el sepulcro; únicamente duerme. No lo despertemos (porque) todos seríamos derrotados.”

El tema viene a relucir porque el estado de Veracruz, nos guste o disguste, lo aceptemos o no, se encuentra en franca descomposición económica, política y social.

Desde el primero de julio del año pasado, los ciudadanos salieron a votar enardecidos, enojados, hartos de tanta corrupción y de tanto abuso cometido por el PRI-Gobierno y secundado por el PAN-PRD que, al menos en Veracruz, no dieron los resultados esperados.

Entonces, realmente, literal, Morena se convirtió en la esperanza de los veracruzanos (y de todo México), pero ya han transcurrido los primeros 100 días y la decepción es mayúscula. ¿Entonces qué nos queda?

Si bien es cierto que el gobierno federal comenzó la entrega de todo tipo de apoyos a adultos mayores, estudiantes, “Ninis”, madres solteras, discapacitados y otros grupos sociales, también es cierto que los resultados del gobierno estatal son decepcionantes. El gobernador está distraído, el Congreso ha demostrado que no lo respalda, el Poder Judicial sigue en manos del trapecista Edel Álvarez Peña y su inseparable dama de compañía, Iresine Calzada; el gabinete está convertido en un ring, en el que todos se dan con todo.

Se pican los ojos, se jalan las piernas, se meten zancadillas, se muerden las orejas, hay golpes bajos, sillazos y hasta lanzamientos de la tercera cuerda. No hay técnicos, todos son rudos, rudos, rudos, rudísimos.

No todo es regalar dinero, ni engañar a la gente con un discurso de austeridad y lo que se observa es derroche; simular que se quiere bajar los sueldos de los altos funcionarios y al final del día, amenazados o no, siguen ganando lo mismo; tampoco ayuda mucho que digamos enarbolar una bandera de lucha contra la corrupción y ser voraces enquistando en las nóminas del estado a esposos, hijas, hijos, primos, tías, hermanos, hermanas, novias, amantes, mayates, segundos frentes y hasta primeras espadas.

A las personas no les molesta que los funcionarios sean estúpidos y muy malos para gobernar, lo que enoja y enardece es que mientan, que se den golpes de pecho, se digan honestos y sean mucho peor que los duartistas, a los que por cierto les siguen dando cabida en las dependencias.

Hace apenas unos días, el vocero de la arquidiócesis de Xalapa, José Manuel Suazo Reyes lanzó el grito de alerta al afirmar que “Veracruz está al borde de un estallido social” y aunque la declaración del representante de la iglesia católica podría tener un trasfondo político, pues se encuentra confrontado con el secretario de Gobierno, Eric Cisneros Burgos, mal haríamos los ciudadanos en echar en saco roto esa advertencia.

Y es que los hechos hablan por sí solos y le dan la razón al católico. El Veracruz bronco, bárbaro, violento y sangriento está resurgiendo y eso no le conviene al gobierno, mucho menos a la sociedad.

Asaltos, robos a negocios, autos, ejecutados, secuestros, feminicidios y otros delitos del fuero común han puesto en evidencia a los mandos de la Policía Estatal, que medio intentan reaccionar, pero que no despegan, porque tampoco se asesoran correctamente.

Entonces, hartos, cansados, angustiados, humillados, temerosos, sin esperanza, el pueblo se subleva y empieza a tomar la justicia en sus manos.

Apenas a mediados de febrero, seis personas señaladas como presuntos secuestradores de maestros rurales en el municipio de Soledad Atzompa en la sierra de Zongolica, fueron capturados, amarrados, golpeados con piedras y luego los quemaron vivos. Primero fueron cuatro, pero horas más tarde los habitantes capturaron a dos que habían escapado y corrieron la misma suerte.

La ley es la ley y nadie está por encima de la misma, hasta el momento el gobierno no informó de quiénes y cuántos son los detenidos como presuntos responsables de esos linchamientos, así de mal estamos.

Los grupos de autodefensa son una realidad, la población se está armando e ilegalmente asumen el papel que le corresponde a la policía: prevenir, combatir y castigar los delitos, pero muchas de las veces se extralimitan. Este domingo ocurrió otro linchamiento, ahora en Minatitlán. El sábado por la noche un sujeto identificado como Bejamín López, de la comunidad San Cristóbal de este municipio, baleó a su esposa, quien se encuentra muy grave en el hospital, pero los grupos de autodefensa se organizaron y literalmente cazaron al agresor. Lo lincharon en el centro de la comunidad y finalmente lo asesinaron.

La violencia engendra más violencia, las autodefensas y los linchamientos no son la solución, de ahí la importancia que las autoridades de los tres niveles de gobierno se re organicen, se coordinen y hagan valer el Estado de Derecho.

“Si el Gobierno no proporciona las garantías de seguridad que el pueblo necesita, nos podemos armar”, afirma el doctor José Manuel Mireles, ex líder de las autodefensas de Michoacán.

Yo confío en que los veracruzanos no pondrán en riesgo los valores esenciales de la sociedad, que permiten la vida en común, y anteponiendo la inteligencia y prudencia que siempre nos distingue, evitaremos el desorden y la violencia y con ello alimentar la barbarie que a nadie conviene. Eso sí, el horno no está para aguantar otros 100 días de negligencia.