Este fin de semana la presencia del Presidente López Obrador borró del mapa mediático a un tibio PRI que, iniciando la contienda interna para renovar dirigencias, medio había llamado la atención de algunos.
Un PRI que no acaba de entender, que está sumido en descalificaciones y grillas de siempre, metiéndose el pie para ganar la contienda con las mismas mañas de todos conocidas y que dan al traste, desde ahora, con el intento de una elección interna democrática que les pudo haber ganado algunos puntos entre el electorado.
Pero nada, que es más de lo mismo, en realidad dos bandos en la disputa real, que ya cruzan acusaciones de inequidad y dados cargados que tendrán como resultado una elección que no legitimará al ganador. Mientras llegan a esa fecha y se jalan los pelos internamente, pierden tiempo y presencia en medios.
No se ven, no se oyen, no los pelan.
Mientras tanto, López Obrador vino, respaldó públicamente al Gobernador y entregó apoyos que le van cimentando la base de una estructura rumbo al 2021 que por lo pronto, se ve difícil que los alcancen.
Cuitláhuac Garcia Jiménez subrayó que trabaja coordinado con el delegado federal Manuel Huerta y anunció inversiones en caminos y otros rubros, que, refrendados por el Presidente, penetraron hondo en tierras azules que ven desesperados como les aventajan.
Así que en tanto los priístas se dividen aún más y los azules andan sin rumbo y sin apoyos, los
Morenos se exhiben en unidad que, a querer o no, les genera una percepción aprobatoria de las y los ciudadanos.
Puede que a muchos no les guste la forma de comunicar de AMLO, pero habrá que reconocer que es el único todavía, que sabe que quieren y como quieren los ciudadanos oír a su gobernante.
Borrados del mapa, lo demás no logran llegar a los medios y esas estrategias mediáticas fallidas, podrían ser el último clavo de sus tumbas si no corrigen a tiempo.
