CAMALEÓNICO

Todo iba relativamente bien. El Presidente electo López Obrador había demostrado ser un buen ganador de la elección, generoso con los derrotados, sobrio y responsable en sus declaraciones, respetuoso del Presidente Peña y del gobierno en funciones.

Pero ahora que inició eso que llaman la gira de agradecimiento por el país, resurgió el López Obrador candidato opositor, que le dice a la gente en las plazas lo que quiere oír aún cuando se contradiga el mismo.

Hace una semana aseguró que recibía un México con orden en las finanzas. Ahora en su mítin dijo que estamos en bancarrota y que por esa razón no podrá cumplir todo lo que prometió.

Se entiende la estrategia, pero parece harto irresponsable también. El mensaje al exterior y a los inversionistas puede pasar factura.

Si bien es cierto no vivimos en el México ideal, también es cierto que somos la economía número quince del mundo, lo que definitivamente no significa la bancarrota.

Lo qué pasa es que ya se dio cuenta que no es lo mismo atacar al gobernante en turno que afrontar la realidad. Y no quiere perder capital político aunque eso signifique decir barbaridades e inexactitudes.

Defender a priori a Rosario Robles sin mayor información de la investigación en curso, también resulta por decir lo menos, desconcertante.

En este momento hay dos López Obrador, dos discursos, según el público y la confusión que genera en el país que se conduzca de esa manera .

Tal ves está enojado por la respuesta del gobierno federal en relación al tema de la reforma educativa. Pero debe entender que un punto de acuerdo no está por encima de la ley. Si no les gusta la misma la tienen que cambiar y eso no ha sucedido.

Ahora nos empezamos a preguntar qué López Obrador veremos a partir del primero de diciembre. El hombre serio, con visión de estado, mesurado y responsable que veníamos viendo o el de la declaración acomodaticia y la arenga fácil de estos mítines.