Rusia y China iniciaron ayer por primera vez en su historia maniobras militares navales conjuntas, y eligieron el enclave ruso de Kaliningrado, ubicado exactamente entre las costas de Lituania al norte y Polonia al sur, en un claro intento de marcar músculo ante la OTAN, a la que pertenecen ambos países europeos.
De hecho, el presidente estadunidense, Donald Trump, desembarcó en Polonia hace menos de un mes para defender a la Alianza Atlántica.
Medios rusos aseguran que los ejercicios son una respuesta al aumento del volumen de maniobras de la OTAN en el Mar Báltico, aunque el gobierno ruso se limita afirmar que el objetivo es “incrementar la eficacia en la cooperación entre las dos flotas para afrontar amenazas de seguridad en el mar” y reforzar “la amistad y cooperación” entre el ejército ruso y las fuerzas navales chinas.
El secretario de Defensa de Polonia, Antoni Macierewicz, aseguró que la relación militar entre China y Rusia “amenaza el mundo libre”, mientras que el secretario general de la OTAN, Jans Stoltenberg, sólo comentó que vigilarán “atentamente” las maniobras.
Entre los buques chinos que arribaron el sábado al puerto de Baltiysk se encuentra el reluciente nuevo destructor de la armada china, que es capaz de lanzar misiles guiados.
Los ejercicios durarán hasta este próximo 28 de julio, e incorporarán maniobras tanto en tierra como en el mar. Luego, flotillas de ambos países proseguirán en septiembre con otras actividades en el mar de Japón y en el mar de Ojotsk.
COOPERACIÓN. No es la primera vez que ambos países hacen maniobras, eso sí; la primera vez fue en 2012, y el pasado 2016 los ejercicios se realizaron en el Mar Meridional de China, donde se desarrollan diversas disputas territoriales entre Pekín y sus naciones vecinas por diversos archipiélagos que se encuentran allí, como las islas Spratly o las Paracel.
Por otra parte, la cooperación entre Pekín y Moscú también puede llevar a China a impulsar rutas comerciales por el Ártico, a lo largo del litoral ruso.
