Claudia Ruiz Massieu rechazó Secretaría del PRI

Hay conmoción en el priismo. En el de alto nivel, obvio, a donde llega la información privilegiada y a donde no accede la militancia de las colonias, de las praderas y menos de las serranías. El pobrerío, los nadies, pues. Pero éste es un espacio de información, y vayamos a ella: -Claudia Ruiz Massieu no quiere aceptar la Secretaría General del PRI. Como el asunto exige indagar, vamos a la pregunta: -¿Por qué? -Porque es muy poco. -¿Cómo, si desde la Secretaría General tiene abierto el panorama para el segundo medio de 2017 y 2018? Ocupar la presidencia del partido y luego ser candidata plurinominal al Senado. ¡Seis años de impunidad la contemplan! -Pues no. Es muy poco para ella. Y aquí entre nos, susurro yo, tiene razón. Ya fue diputada federal, secretaria de Turismo, secretaria de Relaciones Exteriores… -Pero también ninguneada –me acota un alto funcionario del Gobierno federal, molesto por cómo el presidente Enrique Peña y el entonces secretario de Hacienda,Luis Videgaray, marginaron a la canciller. Y subraya: -¡Se enteró cuando Donald Trump ya casi venía en el aire a Los Pinos a recibir al día siguiente trato de Jefe de Estado, de Presidente de Estados Unidos! La secretaría le parece poca cosa. Del ayer pasamos al hoy. Claudia Ruiz Massieu, política por abuelo –Raúl Salinas Lozano-, por tío –Carlos Salinas de Gortari- y por padre –José Francisco Ruiz Massieu- no quiere ser secretaria general del PRI. Ella reclama la presidencia del partido. Nunca ha sido humilde porque se cree figura política. Y si la oferta de Enrique Peña persiste, ella prefiere quedarse en la banca hasta la Asamblea de agosto, cuando los resultados de junio –Coahuila, Estado de México, Nayarit y Veracruz- decidirán la suerte de la dirigencia encabezada por Enrique Ochoa Reza. Esto apenas comienza. Cuando el 30 de agosto pasado fue informada de la intempestiva visita de Trump a México, Ruiz Massieu recorría consulados en Estados Unidos. Ahí recibió la orden de regresar de inmediato para avalar el encuentro en la residencia presidencial. Aceptó molesta. Y luego aceptó quedarse como canciller cuando ofreció su cabeza porque ya no se sentía primer cuadro del gobierno de Peña y otro -¿será acaso Videgaray?- usurpaba su lugar. Y se disciplinó cuando, tras el triunfo de Trump, Videgaray fue entronizado por segunda ocasión y ella aceptó hacerse a un lado en espera de una oferta posterior. Ya está la oferta, pero no le gusta. (Fuente: 24-Horas.mx, “Teléfono Rojo”, José Ureña, 23/FEB/2017).