CORONAVIRUS

El Coronavirus avanza rápidamente por el mundo, aparentemente por una decisión tardía de la Organización Mundial de la Salud, que dejó pasar semanas clave antes de declarar emergencia global.
Ellos aducen falta de información, pero creo que tuvieron miedo a las consecuencias económicas que trae a China esta declaración de emergencia ya que ha quedado prácticamente aislada del resto del mundo.
Empresas de tecnología ya resienten la falta de producción en el país asiático de los principales componentes de los aparatos electrónicos. Las acciones caen todos los días y la falta de inventario comenzará a ser un problema.
En casi todos los países del mundo se han tomado medías drásticas para cuidar a sus ciudadanos. Países vecinos a China han cerrado las fronteras, aerolíneas ya no viajan a ese destino y quienes proceden de ese país tienen prohibida la entrada en varios países.
Recientemente un grupo de ciudadanos estadounidenses fueron repatriados desde la zona de contagio y fueron llevados directamente a una base del ejército para tenerlos en observación y chequeo médico .
Pero en nuestro Mexico nos vale gorro. Recién estamos conociendo el caso de un ciudadano chino, con síntomas de la enfermedad, que abordó un Uber en la CDMX, mismo que le dio servicio a otros 240 usuarios a los que les han suspendido las cuentas. ¿Qué pasa con el seguimiento de esos usuarios y el contacto que han tenido con familiares y amigos?
Pero también se ha informado de un grupo de jóvenes guanajuatenses que fueron repatriados y al llegar al aeropuerto internacional de la CDMX no fueron checados ni pasados por los protocolos respectivos. Dirán las autoridades que ya los habían checado en Corea del Sur, en la escala de su vuelo.
En su natal Guanajuato ya fueron confinados en sus casas, pero ¿ y qué pasa si lamentablemente eran portadores?
El nuevo Coronavirus no es cosa de juego, de discurso político o de contención del temor al contagio. Es un tema de seguridad nacional que debe ser abordado con rigor, seriedad y responsabilidad.
Debemos exigir la aplicación estricta de los protocolos internacionales y la difusión oportuna y masiva que requerimos para cuidarnos.
En tanto los medios de comunicación tenemos una responsabilidad que afrontar ante la delgada línea entre alarmar e informar en estos temas delicados de salud.
Las autoridades están a prueba, nosotros también.