CUENTA PÚBLICA DUARTISTA: SE DESMORONA EL CASTILLO

El castillo de la pureza dibujado por el ex gobernador Javier Duarte al periodista Carlos Loret de Mola en aquella increíble entrevista mañanera del mes de octubre de 2016, está por derrumbarse para quedar hecho polvo. Los trazos, los cimientos, y la gruesa estructura de esa mole de corrupción forjada irresponsablemente por el exmandatario, están por caer completamente y aplastar en forma inmisericorde a los ilusos creyentes que continuaban pensando que su zona de confort no sería tocada.

Y creían que no sería hurgada, seguramente porque acarrearon a los terrenos enemigos algunos dones acaparados con tramposas fórmulas. Creyeron también que eran intocables, porque dejaron correr, dejaron pasar, dejaron abusar a otros, o porque simplemente dejaron de firmar los documentos que estaban a su cargo o encubrieron sus fechorías con facsímil, ignorando las disposiciones del incumplimiento del deber legal, que establecen claramente que el que no cumple con su función administrativa, cae en problemas graves con la justicia y llega a pisar la cárcel.

Tal es el caso de un funcionario que después de ser subsecretario de administración de la Sefiplan, pensó que por el hecho de no haber firmado los documentos que debía firmar en su tiempo, y después, por obtener graciosamente fuero constitucional, pasaría todas las aduanas limpio, e incluso con reconocimiento social a cuestas.

Craso error el de el cordobés Juan Manuel del Castillo, el famoso “Flaco” que debió conocer todas las debilidades y pillerías de su jefe Javier Duarte. Que lo acompañó cerca de las puertas principales del palacio de gobierno y como subsecretario de finanzas y administración y máximo responsable de los caudales públicos del gobierno del estado. Que terminó cobijado con el cálido sarape de la diputación local, y que allí, cerca de sus compañeros legisladores, está sintiendo la cercanía de la guadaña fiscalizadora del ORFIS y sus efectos jurídicos.

La cuenta pública del gobierno duartista está requiriendo a los culpables, el pago de las cuentas morales por no haber supervisado debidamente la actuación pública y la conservación de los dineros del erario. Ahí se evidencia que no se recabó la información financiera, presupuestal y contable de las secretarías del gobierno estatal, y que no existió la provisión de los recursos que provienen de la federación.

Las denuncias están al orden del día, respecto a un numeroso grupo de exfuncionarios de varias dependencias estatales. El gobernador ya mandó un aviso de que sentado -como buen árabe- espera a que terminen su gestión legislativa varios que pueden hacerla de gladiadores sin armas en el circo de sangre que exigirá pronto la ofendida población.

La flaca memoria de Juan Manuel del Castillo, su pretendida honorabilidad y su fuero se consumen lentamente en su reloj de arena que, ¡oh, Dios!, será revisado todavía por el señor del trueno y del rencor eterno.

¡Dios proteja la inocencia y castigue la soberbia y la estulticia! (JOSÉ ANTONIO FLORES VARGAS/PALABRAS CLARAS)