Del silencio

Soy melómana declarada. En el trayecto de la oficina a casa escucho diversas versiones de “Pasaba por aquí”. Recuerdo a Caito, nuestro padrino, músico sin igual que cantaba esa canción como nunca nadie más lo ha hecho. Arribo temprano a casa. Doy play en el Spotify a Victoria Campos. Apago luces, enciendo inciensos y velas para disfrutar la ducha nocturna. Luego de 30 minutos de exfoliación, masaje y agua fresca, descorcho un merlot chileno: Undurraga 2013. La vainilla impregnó el lugar y me trae un montón de recuerdos que ponen los sentimientos a flor de piel… las charlas fluyen en el whatsapp y el Facebook. Me instalo en el sillón a responder, responder y responder mensajes. El disco de Campos se ha repetido tres o cuatro veces, ya no sé. De la botella de tinto se ha evaporado poco más de la mitad. Pongo stop a la música, los mensajes, al ritmo de vida desbocado. Apago los celulares. Respiro, bebo y vuelvo a respirar… ¡Por fin silencio, calma… paz!

No sé si es que los 36 comienzan a asentarse, que estoy abrumada del ruido cotidiano, que he comenzado a madurar, o que la meditación empieza a hacer de las suyas, pero lo cierto es que aquella escuincla que solía escuchar su música a todo volumen se va borrando como en meme de avengers infinity wars; incluso ahora soy quien a bordo del auto le baja de manera constante al estéreo.

Por primera vez en semanas hay silencio en mi vida… lo disfruto, respiro. Viene a mi mente Francisco Aranda con sus mensajes atinados y enseñanzas, pese a la distancia, respecto del budismo y una mejor calidad de vida. Sé de cierto que no fue casualidad encontrar su publicación respecto de los beneficios del silencio.

Es verdad que, en la vida cotidiana, cada vez es menos frecuente encontrar un momento y espacio sin sonido. Desde que despertamos cada mañana lo hacemos con el ruido que emite una alarma programada; ya sea en la televisión, radio o el celular ponemos las noticias o música mientras nos arreglamos para salir al caos vial que deberemos enfrentar antes de llegar a la oficina en donde resulta natural escuchar música, charlas, carcajadas, y un cúmulo de notificaciones emitidas por los diferentes dispositivos de quienes ahí concurrimos… así transcurren las horas hasta que por fin retornamos a casa en donde, usualmente se enciende la tele antes de dormir. ¿En qué momento hay silencio?

De acuerdo con la publicación del portal Bles compartida por Aranda, los lapsos de silencio pueden contribuir a aliviar o disminuir la tensión, pues el sonido genera en el cuerpo humano secreciones de cortisol, una hormona asociada al estrés; por lo que el ruido constante puede elevar la presión sanguínea y alterar los patrones de sueño. So podría explicar mis contracturas e insomnios frecuentes.

El texto también señala que la constante exposición al ruido puede representar una carga excesiva para la corteza prefrontal del cerebro, que es el área responsable de la toma de decisiones y resolución de problemas, causando en consecuencia fatiga mental y dificultad de concentración; y además subraya la importancia del silencio para la regeneración neuronal.

En verdad estoy disfrutando este momento en que no se escucha siquiera un grillo, pero caigo en cuenta que, en muchas ocasiones, no tengo silencio ni cuando duermo, pues además de dejar encendidos los celulares por cualquier emergencia, mismos que emiten notificaciones toda la madrugada, también suelo poner música relajante, mantras o sonidos de la naturaleza para dormir, en teoría, a profundidad.

Más allá de la exposición permanente al sonido, creo que a veces también es urgente el silencio de la mente., pues si bien es cierto que en momentos como éste podemos poner en mute al mundo, muchas personas, como yo, somos propensos al ruido mental, a pensar en algo todo el tiempo, brincar de un tema a otro, crear, idear, o intentar resolver problemas hasta cuando dormimos y, para poner la mente en silencio, la respuesta, según me han enseñado Francisco Aranda y Adriana Avendaño, es la meditación, a la que me dispongo justo ahora que el merlot se ha terminado.

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