DIF-HERENCIA AZUL, MAREADA EN PRIMER ESCALÓN

Prácticamente desde que triunfó Morena en las elecciones a gobernador el año pasado, los veracruzanos supieron que las cosas para el Sistema Integral de la Familia continuarían pintando igual de mal en esa otrora noble institución, conocida como DIF Estatal. El organismo creado para la protección de la familia, los infantes y los desvalidos, llevaba ocho o más años en poder de mercaderes y filibusteros de la necesidad social de los más desprotegidos.

Nombres como Karime Macías, Astrid Elías Mansur, Tarek Abdalá y algunas otras damas de apellidos ilustres del terruño, no hacían pensar que en diciembre se enderezaría esa maltrecha y desfondada nave.

Así llegó noviembre de 2018. El gobernador electo barajaba nombres femeninos para ese cargo. Por extrañas casualidades o causalidades, dos empecinadas mujeres empezaban a figurar para convertirse en directoras del DIF. Las dos con azulosas historias.

Al final de ese mes, Cuitláhuac García desechó a una y se sacó de la manga a una ambiciosa política panista con historial en Boca del Río, Medellín y Veracruz, apoyada por un señor de nombre Oscar Lara, respaldado a su vez por un personaje poderoso del puerto, el diputado federal Ricardo Exsome Zapata.

De ese modo, en diciembre pasado hizo su triunfal aparición en esa área la nueva directora. La señora Verónica Aguilera Tapia, orgullosa y veinteañera militante del PAN, que alguna vez luchó por convertirse en diputada, para de ahí -según su horóscopo- saltar a la alcaldía jarocha.

En el puerto se dice que ella y su querido protector apoyaron a Ricardo Exsome en su periplo político morenista y que, por ello, y con su venia, ella pudo colocarse en el DIF, llevando como colaboradores a un grupo compacto y con pacto con el mareo del primer escalón.

En efecto, estos jovenzuelos de origen y carrera panista o priista, se marearon en los primeros puestecitos que les dieron generosamente. Los principales medios de comunicación del estado llevan cuatro meses señalando la falta de perfil, los errores, la soberbia y la prepotencia en que han incurrido Verónica Aguilera y sus aprendices gansito de cuarta.

Tal vez un día el gobernador quiera corregir o despedir a esos funcionarios de poca talla, que nada podrán hacer por las familias, por las mujeres y por los niños veracruzanos.

Mientras no los despida, sería necesario que el titular del ejecutivo ordene que dejen de maltratar a los empleados y que se abstengan de acosar laboralmente a mujeres y a trabajadores antiguos.

Verónica Aguilera en su toma de posesión protestó hacer cumplir las leyes, manifestando el compromiso de nunca más volver a servirse del “erario público”.

Pero no cumplió. La mareada Verónica, sí se está sirviendo del erario para cometer irregularidades y servirse con la cuchara grande, designando en los cargos a personas que, como ella, no tienen tamaños para ocupar esos puestos que demandan de una actitud altruista y sacrificada por los desvalidos, sin embargo, ella se ampara, gritando a los cuatro vientos, que ni el gobernador Cuitláhuac García la puede mover.

Ya veremos, dijo el ciego.