Duarte, el héroe del sexenio

Qué inmensa delicia verlo. Se regodeaba consigo mismo. Expresión extrema del éxito. Hombre de poder que no pierde. Javier Duarte de Ochoa se convirtió, en su comparecencia del miércoles 28 de junio del 2017, es un héroe nacional. Alguien digno de emular. Prototipo del político triunfador. Y, además, priísta. Lo que irradiaba no se relaciona, desde ningún ángulo, con el trauma de la cárcel. Menos, todavía, con la preocupación por su destino. Duarte estaba dueño de sí mismo. Con capacidad de ser amable, “educado” con las autoridades guatemaltecas, de bromear con los periodistas. ¡Qué daría Elba Esther Gordillo con poder aparecer así, alguna vez, ante los reflectores! Javier Duarte es un hombre excepcional. Ahora sí me queda claro. Lo que habría que preguntarnos, mera curiosidad, es qué hay, realmente, detrás de su expresión triunfadora. Todo indica que hubo un pacto. Con alguien de poder, de mucho poder en nuestro esquema político. Dentro de nuestro sistema de gobierno. Porque las acusaciones que le hace el “Fiscal” de Veracruz, don Jorge Winckler, son de pena ajena. ¿Utilizar un helicóptero, cuando ya no era gobernador? Por favor. O el traspaso de cuentas de unos cuantos millones de pesos… Tal como dijo Duarte, son de risa, son “vagos e infundados”. Y la burla del exgobernador hizo enojar a Miguel Ángel Yunes que se apuró a declararse Ministerio Público, supongo que oficioso y policía investigador que había logrado detenerlo. ¿Por qué Duarte aceptó con alegría, con burla incluso, la extradición a México para enfrentar estos delitos, solamente estos, conste, de la autoridad de Veracruz? Enfrenta dos órdenes de aprehensión de la Fiscalía de Veracruz por los delitos de abuso de autoridad, incumplimiento del deber legal, peculado, tráfico de influencias y coalición, que quién sabe qué quiera decir. ¿Solamente eso? ¿Y todo lo que hemos escuchado sobre su gobierno? Falta la comparecencia de Javier Duarte por motivo de los delitos federales. Y ahí, todavía, tiene la opción de no aceptar ser extraditado. Lo que pondría en un buen lío a la autoridad de Guatemala. Lo importante, lo que quedó establecido ante la opinión pública, nacional e internacional, es que Javier Duarte de Ochoa es quien mueve los hilos, quien decide, quien pone las reglas. ¿Por qué? ¿Qué tiene en sus manos para sentirse tan seguro? Por lo pronto su esposa, sus hijos y hasta su familia política están en Europa, viviendo cómodamente, en total libertad. No han “caído” junto a él, si es que así puede llamarse a su “captura” en Guatemala. Hemos oído tanto que Javier Duarte de Ochoa se robó miles de millones de pesos que lo creemos. ¿Y si no fuese cierto? O, podría ser, si no pueden probárselo… porque vaya que había señalamientos, acusaciones formales de la Auditoría Superior de la Federación y estos no han sido tomados en cuenta. Las acusaciones de la PGR, hasta donde sabemos, son por delitos de delincuencia organizada y operaciones con recursos de procedencia ilícita. Lo que tiene que asombrarnos. Porque si el delito fuese, realmente, delincuencia organizada su mujer y sus cuates ya estarían detenidos. ¿Recursos de procedencia ilícita? Si todo el dinero, para sus casas, ranchos y demás, vino del erario público… ¿o qué no fue eso lo que repitieron hasta el cansancio autoridades locales? ¿Se trata de tenerlo unos meses encerrado? O tal vez ni siquiera eso. Porque si no acepta la extradición por el tema federal… igual se queda en Guatemala hasta que ya hayan pasado las elecciones presidenciales del año que entra. Lo cierto es que, a partir de esta comparecencia, tan especial, ante la autoridad de Guatemala, todos tendremos que escribir una nueva historia de Javier Duarte de Ochoa… El héroe, el triunfador, el más chingón de los chingones por lo visto… (Fuente: La Prensa, “Sin gafete”; Isabel Arvide, 30/JUNIO/2017).