Duarte, la cortina de humo y Odebrecht

Maldición eterna para aquellos, seres bajos y despreciables, que suponen desde su falsa lozanía y siniestra apostasía, que la detención en Guatemala de Javier Duarte es una artimaña electorera para apoyar las nobles causas de la campaña priista en el Edomex que, es bien sabido, no requiere de este tipo de bajezas para que el mirrey original, Alfredo del Mazo Maza, triunfe como dictan los cánones de Atlacomulco. Y peor aún: hay lenguas bífidas y viperinas que insinúan sin sopesar el triste recaudo de sus falacias, que las caras que hacía Javidú a la hora del operativo que derivó en su aprehensión y que incluían los ojos chereques y un poco destorlongados como los de Scooby Doo en espera de una scooby galleta, formaban parte de la cortina de humo para ocultar un supuesto caudal de sobornos que la compañía brasileña Oderbrecht dejó caer en México y de los que dice tener perfectamente detallados, registrados y auditados con nombres y apellidos (nada más falta que hayan tomado videos como Ahumada, el voyeur de la vida galante), creyendo que Lozoya es de su condición… En realidad este gran operativo realizado en Guatemala (craso error, solo a Javiercito se le ocurrió esconderse en una nación que ha puesto el mal ejemplo de detener a su propio presidente) demuestra que nuestras autoridades trabajan dentro del marco de derecho para castigar abusos y excesos de funcionarios que, a sabiendas de que en la patria mexica no hay impunidad, se atreven a cometer atracos en despoblado. Claro que gracias al debido proceso que tanto exige el presidente del PRI, estos personajes tendrán los debidos amparos a que tienen derecho dentro del marco constitucional. Aquí cabe reconocer que Yarrington tuvo más sentido del glamur que Javidú, que demostró que cachete no es sinónimo de caché. Yo que lo hacía en Shangri-La. Suele preguntarse por qué la gente sigue votando por un partido que tiene a tanto miembro aquejado del síndrome de la cleptomanía para el que al parecer todavía no hay terapia disponible: porque hay esperanza de que salpiquen. Pero Javidú era un ser milagroso: se convirtió en el villano favorito de México al hacer el milagro de la reproducción de los ranchos, becar deportistas muertos y curar el cáncer con placebos. Lo bueno es que ya apañaron a Javier Duarte. Lo malo es que no traía la lana que se robó. Lo bueno es que ahora Yunes finalmente se pondrá a trabajar. Lo malo es que se seguirá haciendo wey. Lo bueno es que la esposa de Duarte, Karime, sigue mereciendo abundancia. Lo malo es que nadie se acordó del tío Fidel, el Yoda de Javidú. (Fuente: Milenio, “Política cero”; Jairo Calixto Albarrán, 17/ABRIL/2017).