Duarte, su primer año

El pasado 15 de abril se cumplió un año de que Javier Duarte fue detenido en Guatemala. Y aunque su aprehensión careció del escándalo que en su tiempo provocó la de “El Negro” Arturo Durazo, el suceso causó morboso placer en Veracruz y en el ánimo de los veracruzanos.
De ese mes de abril tengo fresca en la memoria la reacción de un xalapeño que tras verlo en la portada de un diario, esposado y sentado en un banquillo, dijo con todo el rencor de que es capaz un ser humano: “¡Ojalá te pudras en la cárcel hijo de la gran… eso !”.
Las semanas de su encierro en Guatemala y los primeros meses en el Reclusorio Norte de la Ciudad de México, fueron tiempos de arrogancia para Javier que confiaba en que “sus amigos” lo pondrían en libertad bajo caución y se defendería desde su casa.
Ese tiempo lo ocupó en mandarle cartas al periodista Ciro Gómez Leyva, hacer una huelga de hambre de casi dos semanas y después dormir, comer y engordar en una celda alejada de la población penitenciaria. También leyó el libro Origen de Dan Brown.
A un año de su encarcelamiento el tema de Duarte parece agotado debido que el gobernador Miguel Ángel Yunes Linares lo ha exprimido hasta el pecado.
Quizá por eso, pasó casi inadvertido el anuncio de que el gobierno estatal había recuperado para “Veracruz y los veracruzanos”, los bienes que se encontraron en una bodega de Córdoba. Y con ello quedó sin efecto la petición de la ex primera dama Karime Macías, de que le devolvieran esos bienes, entre los que están su ya famoso diario con la no menos famosa frase: “Sí merezco abundancia”.
Tampoco causó gran alharaca saber que al ex gobernador le han quitado mil millones de pesos en propiedades y dinero en efectivo. Quizá porque aún falta que le quiten 32 mil millones de pesos.
Lo que sí causó sorpresa entre los radioescuchas del noticiero matutino que conduce el periodista Atticus Licona, fue escuchar al coordinador de campaña de Ricardo Anaya en Veracruz, Carlos Valenzuela, decir que gracias a Ricardo la PGR había detenido al bandido.
Cuando el periodista le preguntó en qué se basaba para decir semejante barrabasada, al señor Valenzuela se le trabaron las velocidades y contestó con cualquier cosa nomás para salir del paso.
Ni las demandas de Yunes Linares y menos las inexistentes de Ricardo Anaya, fueron factor para que elementos de la PGR apoyados con policías guatemaltecos detuvieran a Duarte. Pero en estos tiempos electorales, por lo visto se vale de todo.
Duarte pasó su primer año en la cárcel, temeroso de su futuro al no contar ya con el apoyo profesional del excelente abogado penalista Marco Antonio del Toro.
Sabe que cualquier otro litigante, por bueno que sea, batallará con el proceso y lo alejará más de su codiciada libertad.
Aunque gracias a la vigilancia médica y los antidepresivos ya no sufre los constantes ataques de ansiedad que lo atormentaron al principio de su cautiverio, de vez en cuando le vuelven y lo dejan muy mal.
JDO se queja del abandono de sus amigos y a veces amenaza con decir “toda la verdad”. Pero de ahí no pasa el asunto; tras el ataque de ansiedad todo vuelve a la normalidad.
Sólo su hermano Cecilio lo sigue visitando con regularidad. De ahí en fuera nadie se acerca a la celda del reo que a veces no duerme, sólo de pensar que puede pasar el resto de sus días en prisión.
Eso es lo que me contaron.
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