Edificios decadentes: las sedes del PRI

Desde el patio interior de la Confederación Nacional Campesina (CNC), junto a una escultura gigante de Emiliano Zapata, Augusto Gómez Villanueva recorre con la mirada cansada el edificio. Un edificio agrietado, viejo y frío, casi vacío. Se puede oír un carraspeo o la caída de una moneda a la otra orilla de sus 2 mil 811 metros cuadrados en Santa María la Ribera.

“A mí me tocó decir aquí el discurso de despedida al General Lázaro Cárdenas en el 70. Había miles de agremiados y lo cargamos en una gran manifestación de aquí al Monumento a la Revolución”, recuerda el priista que dirigió esta confederación de 1967 a 1970.

Gómez Villanueva cumplirá 90 años el 23 de agosto. Es nueve años más viejo que la CNC y apenas cinco meses menor que el partido. Es uno de los últimos dinosaurios del PRI que ha visto cómo su partido se ha desmoronado y sus gigantescas oficinas se han vuelto cascarones secos, llenos de grietas.

En la entrada, una inspección postsísmica del 7 de febrero reporta grietas desde 2017. La escalera y las paredes de arriba están cuarteadas y los auditorios, vacíos.

En la puerta que da a la azotea hay una pegatina incompleta: “Labastida, Presidente 2000-2006. Que el poder sirva a los dos”. Esa fue la primera elección presidencial que perdieron y el inicio de su decadencia.

“Antes, había mucho movimiento aquí porque nuestros compañeros tenían recursos para venir”, dice el líder de la Vieja Guardia Agrarista, el tamaulipeco Abelardo Baldazo González, de 82 años, mientras se frota las manos en uno de los salones fríos.

Sobre la banqueta del edificio hay un letrero que resume la situación de la otrora poderosa CNC, uno de los tres sectores que componen al priismo: “Se vende frijol ‘pinto Saltillo’. $16 kilo”.

Los otros dos sectores son la Confederación Nacional de Organizaciones Populares (CNOP) y la Confederación de Trabajadores de México (CTM),

En el pasado, cualquiera de ellas destapaba al próximo Presidente mexicano. Gómez Villanueva lo hizo con Luis Echeverría en 1969, y luego fue su Secretario de la Reforma Agraria.

Hoy, la decadencia del PRI se refleja hasta en el destino de sus edificios. Han pasado de gobernar durante 77 años el País, 71 de manera ininterrumpida, a tener que empeñar el edificio de la CNOP para financiar su elección interna del 11 de agosto.

El PRI lo informó en junio a pesar de que el edificio de 510 metros cuadrados en La Fragua 3, Colonia Tabacalera, estaba abandonado desde 2014. Está cerrado y tiene polvo, grietas y cintas de seguridad al costado.

La CNOP encontró un daño estructural por un sismo y se cambió al edificio de junto, que comparte con un hotel y un gimnasio. “Dicen que ya va a caer”, menciona una vendedora de dulces al otro lado de la calle.

En la otra cuadra, en Vallarta 8, está la sede de la CTM que preside Carlos Aceves del Olmo. Con sus siete pisos, sus 2 mil 455 metros cuadrados y las esculturas de sus dirigentes que se sintieron eternos: Fidel Velázquez, Leonardo Rodríguez Alcaine, Joaquín Gamboa Pascoe.

El edificio luce limpio, el piso brillante por los miles de zapatos que en cada reunión le sacaron lustre, pero silencioso, casi muerto por dentro, como un templo. El secretario de acción política de la CTM, Juan Carlos Velasco, de 66 años, 25 en el comité directivo, asegura que tiene 4 millones de agremiados, lo que, por el vacío, parece exagerado.

En todo caso, Velasco rechaza que alguna vez el partido pueda echar mano de este edificio para sobrevivir, como sí lo ha hecho con el de la CNOP.

“Lo que tiene la CTM es patrimonio de los trabajadores y ahí no se mete ni el PRI ni el Gobierno, porque es de los trabajadores, nosotros tenemos finanzas sanas. Hipotecar la CTM, no, no, no, eso no lo verán, por lo menos mientras nosotros vivamos”, asegura.

En su página de Transparencia, el PRI sólo se reporta dueño de tres edificios. El de sus oficinas centrales en Buenavista, con un valor catastral de 306 millones 900 mil pesos; el del Movimiento Territorial, en Ezequiel Montes 99, Tabacalera, con valor catastral de 10 millones 602 mil pesos, aún en funcionamiento, y el que desalojó la CNOP, con valor catastral de 48 millones 425 mil pesos.

El inmueble más grande es el de su sede nacional: 8 mil 68 metros cuadrados, inaugurado por Gustavo Díaz Ordaz el 20 de noviembre de 1964 cuando era candidato presidencial.

En el “Lázaro Cárdenas”, uno de los tres edificios y tres auditorios que tiene la sede, el partido tiene tanto espacio que hasta van a abrir una biblioteca con libros que desechó la Fundación Colosio. Ahí hay documentos políticos, memorias legislativas, libros conmemorativos con fotografías de la explanada tan repleta que no cabe ni un alma y no el vacío y triste espacio que es ahora.

Desde la primera vez que el PRI perdió la presidencia, ha tenido que desmentir varias veces que su sede está hipotecada.