El 2 de octubre no se olvida

Ahora que estamos a punto de la conmemoración de los 50 años del movimiento de 1968, que marcó a este país para siempre por la violenta represión que el estado mexicano realizó contra las juventudes mexicanas que se habían manifestado por algunos ideales para el cambio del régimen político de este México nuestro.
Miles de historias alrededor de este hecho han circulado en los medios desde entonces, en los corrillos, en la sociedad en su totalidad y en la juventud en turno el “2 de octubre no se olvida” gritan los muchachos, que salen a la calle, para recordarle al Gobierno que hay una resentimiento guardado contra el régimen y que cada día que llega la fecha funesta, le increpan y señalan las atrocidades cometidas en ese gran día de la represión.
Desgraciadamente y, desde hace 50 años, la herida que lastimó a la sociedad mexicana en el fatídico día quedó abierta como un estigma de lo que el poder político, cuando se lo propone, es capaz de hacer sin importar los costos políticos, económicos, sociales y humanos.
Los muchachos manifestantes perecieron brutalmente bajo la metralla, probablemente, del ejército o las policías o ambos, el dialogo propuesto por Gustavo Díaz Ordaz, un presidente autoritario, era solo en su mente, desestimó la legitimación de los por lo menos 77 centros educativos en todo el país que conformaron el Comité Nacional de Huelga, el Poli y la UNAM y algunas escuelas privadas, encabezaron los mítines de crítica y protesta, nada ni el fin de la revolución había conjuntado a la sociedad mexicana encabezada por los estudiantes en protesta, a la violencia ejercida por los granaderos en las marchas estudiantiles.
Sin defensores de derechos humanos, la vileza de los diputados al dar la espalda al movimiento ninguno de ellos se manifestó sobre los acontecimientos que se sucedían diariamente en el movimiento estudiantil.
La prensa y televisión exhibieron el férreo control que el gobierno ejercía sobre todos ellos, especialmente, Televisa, que se convirtió en el portavoz principal del Estado para minimizar el movimiento con el fatal resultado del 2 de octubre de 1968.
Tlatelolco, la Infamia más sonada en la historia de México en la lucha por la democracia, acabó con la esperanza de una reivindicación de la participación social en un reclamo al estado por sus excesos, esos que se dan cuando el estado autoritario administra una democracia que no existe y enarbola esa vieja frase tendenciosa que a la letra dice “…si no estás conmigo estas en contra mía”
Díaz Ordaz descalificaba la protesta estudiantil, mientras ésta seguía incrementando adhesiones, aparte de estudiantes en los estado, también de trabajadores, empleados, obreros, intelectuales, amas de casa, profesores y otros sectores de la sociedad, las persecuciones de la policía contra los manifestantes se hacían más continuos, pero, con resultados ineficientes.
Esto hizo que el Presidente Díaz Ordaz, en el mes de septiembre, emitiera un mensaje de que “estaba dispuesto al dialogo” el Comité Nacional de Huelga pidió al presidente y al gobierno que el dialogo para llegar a un acuerdo nacional fuera frente a los medios de comunicación y de frente a la sociedad; nunca hubo respuesta de los representantes del estado, incluido el propio presidente de la república.
Ese mismo mes de 1968, los mensajes del Presidente, Díaz Ordaz, bien parecían advertencias, ya que enfatizó que el movimiento iniciado el 22 de julio representaba una inestabilidad para el país, advirtió que las manifestaciones, marchas y mítines ponían en peligro el orden jurídico.
Censuró el movimiento estudiantil en las calles. Una y otra vez insistió en que se trataban de acciones para alterar la tranquilidad social y que tenían intereses más allá de las aulas universitarias, de enconadas tendencias políticas e ideológicas, refiriéndose a los comunistas.
“Se ha llegado al libertinaje en el uso de todos los medios de expresión y difusión; se ha disfrutado de amplísimas libertades y garantías para hacer manifestaciones, ordenadas en ciertos aspectos, pero contrarias al texto expreso del artículo 9 constitucional. Hemos sido tolerantes hasta excesos criticados, pero todo tiene su límite y no podemos permitir que se siga quebrantando irremisiblemente el orden jurídico, como a los ojos de todo mundo ha venido sucediendo”, dijo.
A esas fechas estaban tomadas por el ejercito las instalaciones universitarias el Poli y la UNAM, más de 15 mil estudiantes se plantaron en el zócalo capitalino en protesta de la ocupación de las instalaciones universitarias, el rector de la Universidad Autónoma de México, Barrios Sierra renunció en protesta por los desmanes policiacos contra estudiantes, pero la renuncia no le fue aceptada, el 1 de octubre las fuerzas militares abandonaron los campus universitarios, pero la sentencia estaba dada.
La marcha del silencio en protesta definitiva en la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco, tendría un triste fin para la juvetud mexicana que intentó cambiar un régimen autoritario con las únicas armas que un estudiante puede tener: la esperanza, los ideales y su propia juventud, los soldados del batallón Olimpia les exhibieron las armas., disparos y una brutal represión como si, efectivamente hubiera una guerra, el movimiento fue aplastado por el brazo ejecutor del Gobierno, sim importar el saldo de muertos, heridos, encarcelados, que a la fecha sigue siendo un misterio.
Estos sucesos resumen que lo que provocó la matanza de estudiantes del 2 de Octubre de 1968, fue la intolerancia del gobierno de Gustavo Díaz Ordaz ante las manifestaciones, que eran llevadas a cabo por los estudiantes que estaban inconformes por la forma de gobierno que estaba rigiendo a México en esos años, también, por la intolerancia hacia las peticiones en estos movimientos, tales como: democracia verdadera, mejores condiciones de vida, justicia e igualdad para todos, así como la libertad de expresión.
El 2 de octubre no se olvida, pero el espíritu del movimiento sigue siendo un tema tabú, de la cual hasta los mismo protagonistas de aquel hecho que intentó dar un giro a la democracia del país, en veces prefieren callar, vivir la autocensura de un movimiento fallido que intentó un cambio político que no se logró. Sin embargo, ofrecemos un réquiem para los caídos que murieron por la esperanza de ese cambio político que a partir del 1 de diciembre de 2018 puede dar inicio a un ideal planteado en 1968 y que no se logró porque el aparato hegemónico, aquel que ejerció el poder durante casi ochenta y tantos años no lo permitió, en fin, no deja de ser un ideal.
fl.carranco@gmail.com