“El conservadurismo liberalizado del PAN”

La Nación está atrapada en una vorágine de trampas y vicios electorales que determinan que muchas veces gane el más tramposo.
Denisse Dresser lo ilustra muy bien: hoy no solo es al PRI al que hay que cuestionar y atacar, sino revisar el comportamiento de todos los partidos y de los distintos órdenes de gobierno, porque en la gran mayoría se dan este tipo de prácticas deleznables que laceran nuestra democracia.
La muestra más reciente de esto es la elección de los 212 ayuntamientos de Veracruz del pasado 4 de junio, que serán recordadas como unas de las más sucias y tramposas de la historia, teniendo al Gobierno del Estado, el autodenominado “gobierno del cambio”, como el principal protagonista de las violaciones antes y durante el proceso electoral.
Otra muestra, no menos relevante, es el escándalo que envuelve al Congreso Local de Veracruz por los señalamientos que la diputada panista Cinthya Lobato Calderón hizo en contra de su propio coordinador de bancada, Sergio Hernández Hernández, acusándolo de utilizar el dinero del Congreso para pagar francachelas y servicios sexuales en fiestas privadas.
No es la primera vez que el PAN se ve envuelto en este tipo de escándalos, a pesar de predicar el conservadurismo y haberse opuesto a cosas tales como el uso de la minifalda, el reconocimiento de los derechos de la diversidad sexual y varios temas similares, en la práctica el PAN tiene una doble moral.
Todos recordamos, por citar un botón, el caso de Pancho “Cachondo” y las borracheras públicas e improperios del exgobernador de Jalisco, Emilio González Márquez, en la propia sede del Congreso de aquel estado.
La denuncia de la diputada Lobato Calderón no debe quedar impune solo por tratarse del PAN, por el contrario, si hay un mínimo de integridad en ese partido y en su gobernador, éste debe promover una investigación imparcial y exhaustiva, que llegue al fondo de la verdad en este penoso asunto.
La gravedad del uso de los recursos del Congreso Local del Estado de Veracruz es mayor a los video-escándalos de Eva Cadena, porque si bien es cierto que estos se tratan de actos de corrupción en un partido político, las desviaciones del diputado panista Sergio Hernández tienen que ver con recursos públicos y no privados.
No es posible pensar en un ejercicio honesto del servicio público cuando se tienen prácticas inmorales en su conducta personal. Lamentablemente es poco previsible que el Gobierno del Estado de Veracruz actúe de manera imparcial en este bochornoso caso, porque la protección a sus aliados está por encima del interés de los veracruzanos.
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