El negocio de las cárceles

En todos lados están robando… casi en todas las dependencias… pero roban los de hasta muy arriba, el cuerpo de élite. De directores para abajo perciben sueldos bajones, que no les da ni para irse a echarse un taco en los restaurantes que lucen cada vez más vacíos.
Y uno de los casos más escandalosos es en el sistema penitenciario. Difunden boletines en donde, ¡oh milagro!, no hallan droga, celulares, armas, muñecas, halls, Sabritas o dildos. Sólo encuentran (¡qué extraño!) parrillas eléctricas, bocinas, extensiones en cable, chavetas, bastones de madera, tijeras, cortaúñas, prendas, desarmadores, martillos, cuerdas o lazos, pinzas de corte, etc… Pues al menos que la requisa sólo la hayan realizado en los talleres de artes y oficios con los que cuentan todos los penales.
Pero tiene su lógica. Las “requisas” son muy “lights” porque desde arriba les dan el “pitazo”. Y ocurre lo de siempre: los internos le pasan su lana a los directores de los Ceresos, y éstos a su vez se reportan con jugosas “cuotas” con la Subsecretaria del ramo, una mujer que ya había trabajado en las cárceles y por eso conoce el negocio.
Esta mujer llegó con una mano adelante y otra atrás a la Subsecretaría, pero a más de un año de haber asumido el cargo ya tiene suburban, cuentas bancarias, residencia lujosa, etc…
No sería mala idea que la Contraloría General revise declaraciones patrimoniales y coteje con los bienes mal habidos, no sólo de la “Sub”, sino también de sus subalternos más cercanos, desde Secretarios Particulares hasta empleadas o empleados que saben de estos rollos pero callan a cambio de migajas.
Y no sólo de estos servidores públicos hay que checar cuentas bancarias y bienes, sino también de sus familiares o amigos, pues lo de los prestanombres es estrategia muy vieja y sabida.
Es tan jugoso el negocio de las cárceles, que la “Sub” ya no despacha en sus oficinas sino que casi siempre se la pasa en la Dirección de Prevención para vigilar de cerca los “bisnes”.
Pero el Gran Tlatoani con frecuencia dice que hay honestidad. Y el Virrey replica que sí, que son diferentes a los de antaño, pero si checaran en varias secretarías, se llevarían la sorpresa de su vida, de cómo le están metiendo la mano al cajón los titulares y sus más cercanos, porque los de en medio y los de hasta abajo, nomás huelen la chuleta pero no le pueden hincar el diente. O al menos que el “1” sí sepa lo que están haciendo, pero no puede correrlos porque “son compromisos de campaña”. Ojalá que esto último no sea cierto y estemos rotundamente equivocados.
Pero no se confundan. Esto ocurre en otro país, en una República bananera, en la que la simulación es lo que cuenta; en donde se dan baños de pureza pero son más corruptos que los que se fueron; en donde siguen los recomendados y las recomendadas.
Damos gracias al Creador porque esto sólo ocurre en otras latitudes, en otra parte del globo terráqueo.
Acá estamos salvados, bendito sea.
Acá es pura honestidá.