El niño cero que lucha por La Gloria; incubó la cepa del AH1N1

A 10 años de la emergencia sanitaria que paralizó al país, por la influenza AH1N1 en la comunidad La Gloria, municipio de Perote, Édgar Enrique Hernández recuerda el episodio con cierta displicencia, porque así como hubo atención extrema tanto para el pueblo como para él, que apenas era un niño de cinco años, rápidamente fueron olvidados y volvieron al ostracismo.

Ya, nada más. Ya después de que se olvidó la emergencia se olvidó todo, se olvidaron de mí”, dijo el ahora joven quinceañero, encogido de hombros.

Édgar fue denominado el niño cero, porque para las autoridades sanitarias del país en él se incubó la cepa de una enfermedad que propició daños a la salud de cientos de personas y que inclusive llegó a provocar defunciones; tan sólo en La Gloria dos bebés fallecieron y hay un registro de mil 300 personas infectadas, de cuatro mil habitantes que tenía en ese momento.

Llegaron especialistas; todos querían tomarle muestras al pequeño Édgar. Y llegó el entonces gobernador Fidel Herrera Beltrán a tomarse la fotografía y a hablar con los medios de comunicación en el mismo centro de la emergencia.

En su casa, con sus dos pequeños hermanos a los extremos, el adolescente levantó la vista al techo y suspiró para empezar a contar: “Me decían siéntate y me sentaba. Mi mamá era la que hablaba por mí, yo no entendía mucho lo que pasaba, a mí me decían quédate aquí y me quedaba. Me tomaban fotos, me revisaban, me hacían preguntas de cómo me sentía”.

Aquel niño cero se convirtió en un joven inquieto, que estudia en un bachillerato tecnológico para ser técnico agropecuario, con el deseo de sacar adelante a su comunidad, que está alejada de la cabecera municipal y por lo mismo, se quejan los pobladores, es de las menos visitadas. En su momento hubo promesas de hacerla un centro turístico, a costa del niño que provocó cientos de visitas, ya que en su honor el entonces gobernador mandó hacer una estatua que está colocada en un parque cercado y aseguraba que ese sería uno de los “atractivos”.

UNA GRIPA NORMAL

Vivo mi vida normal, ya no me enfermé. Una gripa normal y ya. Ya no me tumba”, aseguró. Nadie más volvió a preguntar por su salud, nadie se interesó por saber si hubo alguna secuela o si había quedado inmunizado de por vida. Ningún servicio de salud le fue otorgado de por vida, como se decía en los días en los que la autoridad estatal y federal llegaban a verificar la situación de los habitantes.

Eso se terminó, dijeran por ahí, después del perro y de la rabia ya se olvidan de todo”, dijo el padre de Édgar con un dejo de decepción.

Aseguró que llegó a enterarse que para La Gloria llegó mucho dinero y apoyos internacionales, que no llegaron al pueblo.

Nomás nos ocuparon para agarrar harto dinero…y bueno, sí nos ayudó don Fidel (Herrera) un saludo pa´él que siempre se le recuerda…por él tenemos la carretera. A mucha gente le dio dinero, lo que le pedían los ayudaba. Hizo la iglesia y ayudó a todo el pueblo, hizo una cocina…”, dijo.

Y le hicieron la estatua El Niño Cero, con un sapo en la mano que supuestamente es un triunfo ante la epidemia del virus. Pero la gran promesa de ser un centro turístico, un sitio donde levantarían una gran clínica, no sucedió. De los recursos internacionales, provenientes de Japón, China, Argentina, Francia, entre otros países, don Eliseo sólo sabe que hubo recursos que llegaron a Perote, pero en la cabecera municipal se quedaron.

La clínica, que sería para la comunidad La Gloria, recuerda el padre de Édgar, fue erigida pero en Plan de Arroyos, municipio de Martínez de la Torre. Presumieron que el pequeño tendría beca de estudios “de por vida”, pero a su familia sólo le dieron un pago único de cinco mil pesos, el costo de una tienda de abarrotes y una camioneta de batea, a cambio de todo lo que vivió la familia Hernández y de la atención que causó, sin entender muy bien a qué obedecía.

Virus que no mata, engorda. Y La Gloria, está en la gloria”, sentenció Fidel Herrera al inaugurar la estatua. Los vecinos ven a la distancia una anécdota que los llenó de visitantes, de mujeres y hombres que no hablaban español, de una época en la que lograron hacer negocio con la venta de comida y productos del campo, lo cual queda en la memoria como un episodio que de tarde en tarde recuerdan con la familia, que en sus álbumes fotográficos guarda algunos recortes de publicaciones de esa época y vuelve a contar poco a poco.

ESPERANZA

Édgar tiene la esperanza de cambiar a su pueblo semidesértico; quiere que la gente aprenda a utilizar sus recursos de manera eficaz y por eso estudia para proveer de conocimientos a los agricultores. Pese a su edad, se muestra preocupado por la suerte de La Gloria y por ello diariamente viaja una hora para llegar a la escuela y aprovecharla al máximo, por eso es uno de los alumnos más destacados con un promedio general de 9.5.

Se podría lograr con el apoyo de todos y con la comprensión de los demás”, aseguró.