El tiempo que nos quede libre…

Por: Harmida Rubio Gutiérrez

Cuando yo era adolescente mi abuela solía decirnos a mis hermanos y a mí: “el trabajo nunca se acaba”; por esos mismos años, tenía un maestro en la secundaria que nos decía “ya descansarán cuando se mueran”, a mí me entraba una especie de angustia el oír esas cosas… era en el fondo porque no estaba del todo de acuerdo con ellas. Yo vivía en Torreón, en el norte de México, bajo la cultura del trabajo, en donde las personas son más dignas y valiosas cuando más tiempo trabajan. Eso fue más o menos en los años 80; hoy a casi 30 años, estas ideas de trabajo perpetuo cubren muchas ciudades, trabajos y sociedades.
Trabajar está muy bien, estoy de acuerdo en hacer cosas productivas por una misma y por las y los demás ¿pero es cierto que la mayor parte de las horas del día deben de estar dedicadas al trabajo? ¿Qué tan valiosa es para este mundo una persona que respeta y defiende sus tiempos de descanso y ocio? ¿y qué tanto son juzgadas las mujeres por descansar o por no responder rápidamente a las demandas que se nos hacen?
Si bien en nuestros días, esta carrera por ser la persona más trabajadora envuelve tanto a hombres como a mujeres, a las mujeres también se nos pone en la carrera de ser la mejor organizadora de la casa y sus cuidados.
Recuerdo una vez que mi compañero me contó que para navidad su hermana quería regalarle una buena limpieza de su casa. Meses después mi hermano también me contó que una amiga se había ofrecido a ayudarle a limpiar y ordenar su departamento. Los envidié tanto… porque es difícil que a una mujer, otras le ofrezcan lo mismo, o incluso hombres. Se supone que debemos hacerlo solas o arreglárnoslas para tener nuestro espacio limpio y ordenado. Pareciera algo superficial y anecdótico, pero realmente encierra un acuerdo social en el que es muy difícil que se le regale a una mujer la posibilidad de descansar. No hablo de lavadoras o secadoras, sino de tiempo y espacio. El descanso, los ratos dedicados a contemplar un atardecer, a escuchar música, a leer novelas, a salir a caminar, a meditar o simplemente a tomar la siesta, son esenciales para nuestra salud y cuidado.
Se espera de nosotras que hagamos muchas cosas a la vez, de buena manera y de buen ánimo; y que aún más, seamos capaces de extender nuestros brazos y resolver también labores de otras personas. Por eso, en los trabajos y en las casas, es muy mal visto que una mujer se tome un descanso o un tiempo para el placer y el ocio; y muchas veces la voz que juzga viene de adentro de nosotras mismas. Una voz que ni siquiera en tiempos de descanso nos deja disfrutar en paz.
Muchas veces se nos hace muy difícil estar un momento sin hacer nada, ni leer, ni ver tele, ni estar en la computadora, ni charlar… nada; estar en contemplación y en silencio; a veces el sólo pensarlo genera angustia. Llegan a la mente los pendientes y la sensación de que no debemos permanecer mucho tiempo quietas. No sé aún el fondo de estos sentimientos, pero muchas los tenemos. Cuesta estar paradas, cuesta abstraernos de todas las obligaciones y movimientos.
No somos menos valiosas si trabajamos lo justo y nos damos un tiempo fuera. Más bien nos estamos cuidando y disfrutando en el presente, la calma y el placer del descanso y el ocio.
La feminista María Ángeles Durán dice que en el sistema capitalista lo que vendemos las personas es tiempo. Nuestro trabajo es una venta de tiempo, sólo que las mujeres muchas veces recibimos el pago por los trabajos fuera de casa, pero no por el que destinamos a la organización de la misma. Y finalmente nos quedamos sin más tiempo para descansar y pensar, para observarnos y ver qué anda bien o mal con nosotras, o para darnos cuenta de nuestros logros o deseos.
Tenemos como sociedad esa asignatura pendiente. Darle valor a ese tiempo de las mujeres; no con un valor monetario, sino un valor moral, como un derecho reconocido y respetado. El valor del tiempo para nosotras, en lo personal y en lo colectivo. Que en ese lapso de silencio y de observación, seguramente saldrán muchas ideas nuevas para vivir mejor.