En Cuernavaca, Morelos, como en León, Guanajuato, la vida no vale nada

La disputa entre comerciantes por espacios públicos y sus líderes pertenecientes a la CTM y a una nueva central obrera disidente de la Confederación de Trabajadores de México, que por viejas rencillas sindicales decidieron eliminar a sus contrincantes mediante el asesinato cobarde que un sicario aceptó ejecutar, prendió la alerta a las autoridades del orden público.

Pues por el pago miserable de la cantidad de cinco mil pesos, en el primer cuadro de la ciudad de la eterna primavera, aprovechó un sicario, la protesta de comerciantes junto al Palacio de Gobierno y ahí desenfundó la pistola y asesinó a Jesús García Rodríguez, Secretario General de la Sección 15 de la CTM.

Es tal vez, la impunidad que protege y deja en libertad a cualquier delincuente, sin importar la gravedad de los delitos que se le imputen, por una mala aplicación del Nuevo sistema Penal Acusatorio, que permite la complicidad entre miembros de la policía, jueces y abogados al servicio del hampa y entre tanto, que el asesino detenido infraganti, un tal Maximiliano “N” de 22 años de edad, confiesa que por el pago de cinco mil pesos privó de la vida al líder Jesús García Rodríguez y a otro de los manifestantes Roberto Castrejón. Así nunca se podrá pacificar al país.

Hay confianza en el Presidente López Obrador y en la Guardia Nacional, que apenas ha iniciando funciones en Minatitlán, Veracruz, y constituye la última esperanza de los mexicanos, para que la unión de efectivos del ejército, marina, policía federal y miembros de seguridad pública local, impongan estrategias que impidan que cualquier criminal por cinco mil pesos o a cambio de drogas, se ponga al servicio de los autores de homicidios tan graves como el ocurrido en la capital de Morelos.

La ciudad que sirvió de locación para la filmación de muchas películas del cine mexicano; llamada Ciudad de la Eterna Primavera, en la que políticos y empresarios edificaron grandes mansiones y hoteles de 5 estrellas para captar el turismo nacional e internacional y para pasar fines de semana a una distancia intermedia entre la capital del país y el paradisíaco puerto de Acapulco, se ha convertido de hace algunos años a la fecha en refugio de bribones, narcotraficantes, asesinos y prófugos de la justicia, que se han encargado de acabar con ese paraíso. Y gracias también a la complicidad de autoridades de todo nivel, que aportando su grano de arena garantizan impunidad a la delincuencia.