EN POLÍTICA, LA REALIDAD DESTRUYE AL IDEAL.

Siguiendo con las campañas políticas para la elección de los ayuntamientos en los doscientos doce municipios de Veracruz, aunque quien va al frente de cada planilla es el Alcalde, éste tendrá que compartir el gobierno con todos los integrantes del Cabildo, donde el Síndico y el Regidor de Hacienda, tendrán un papel preponderante y por ello deberán caminar un paso atrás del presidente municipal, puesto que la aplicación de los recursos; la realización y cumplimiento del Plan Municipal de Desarrollo y la transparencia y rendición de cuentas, les corresponde a estos tres personajes, pero con la aprobación de los otros regidores, que también forman parte del cabildo, cuyos votos en cada sesión pueden contribuir a la gobernabilidad democrática o con la emisión de sus votos en contra de las propuestas del alcalde, si llegan a tener mayoría, pueden constituir un obstáculo tan grande para la buena marcha del gobierno municipal, que termine en un enfrentamiento que trascienda al palacio municipal y afecte directamente a los habitantes de la municipalidad.
La preparación, capacidad de negociación y la construcción de acuerdos, deben ser cualidades inherentes a los alcaldes; de lo contrario, aparecerá algún otro personaje que supla las tareas del Presidente Municipal; y no faltará el oportunista que llega a convertirse en “el poder tras el trono” y al final del camino entregar malas cuentas a las dependencias encargadas de la fiscalización, de la supervisión y control de los recursos públicos municipales. La responsabilidad directa, según la Ley Orgánica Municipal, es del Presidente, Síndico y Regidor de Hacienda; aunque el Tesorero y el Director de Obras Publicas, por ser quienes aplican el gasto público autorizado por la Legislatura local, están obligados a no gastar un peso más, de cada partida autorizada en el presupuesto anual.
Como recomendación a los nuevos alcaldes, tener cuidado para no permitir que en los nuevos gobiernos municipales, se cuelen arribistas, oportunistas, tránsfugas que ocultan su auténtica militancia política; o lo peor, hombres rapaces, enloquecidos por el dinero, quienes al igual que los once gobernadores de todos los partidos, que concluyeron sus mandatos y han sido acusados de enriquecimiento ilícito, desvío de recursos y asociación delictuosa; obliguen a las autoridades a proceder en contra de estos pillos o a solventar el quebranto patrimonial que aquellos ocasionaron; porque nadie puede estar de acuerdo en que se siga corrompiendo la Función Pública, en ninguno de los tres ordenes de gobierno.
Pero como la política es una actividad de hombres y mujeres que no siempre resultan inteligentes, virtuosos y honestos, tendremos que conformarnos con que en los nuevos gobiernos municipales, ocupen los cargos de elección popular, los puestos de confianza o las plazas de base, personas conocidas que estén dispuestas a ganarse la confianza del pueblo, aunque suplan la falta de preparación y experiencia, con una buena disposición para el trabajo, honestidad y sentido común para resolver los problemas inherentes a sus funciones.
La sociedad no debe acostumbrarse a los malos gobiernos de los políticos ambiciosos; “que no tienen llenadera”; hay que combatir a los depredadores del dinero público, obligándolos a devolver lo robado y pagando con cárcel el tiempo que la ley señala, para ver si llegara a ocurrir el milagro de la “Reinserción Social”.