En política valen más “nuevos por conocer, que viejos y mañosos conocidos”

Si nos remontamos al año de 1871, para no hacer una narrativa histórica desde la Independencia de México, o desde antes en los principales países de Europa, donde experimentaron la permanencia de los hombres depositarios del poder político y terminaron quitando a los reeleccionistas por medio de la violencia ejercida por el pueblo embravecido en contra de sus autoridades, veremos que las mayorías no están conformes con la reelección; menos cuando la corrupción invade todos los ámbitos del poder público y sirve para la apropiación indebida de la riqueza pública y para la represión y venganza en contra de los que se ubican en el bando contrario y compiten con los reeleccionistas para le renovación de los cuadros políticos.
La Revolución con el Plan de la Noria, encabezada por el general Porfirio Díaz para combatir la reelección del Benemérito de las Américas, licenciado Benito Juárez García, tuvo el propósito de impedir la perpetuación de Juárez en la presidencia, argumentándose que a pesar de todas sus virtudes, el pueblo demandaba caras nuevas en la política y no “más de lo mismo”.
El triunfo del General Díaz, le permitió llegar a la presidencia de México en 1876 y al concluir su mandato de 4 años, heredar el cargo a su compadre, el General Manuel González, quien se comprometió y cumplió, reformando la Constitución para permitir el regreso del General Díaz al más alto encargo político, del que salió en 1911, ante la rebelión de Fracisco I. Madero, quien después de ganar las elecciones y al no ser reconocido su triunfo, se revela en contra de Díaz hasta lograr expatriarlo.
La perpetuidad en los cargos públicos, ha sido siempre sinónimo de “corrupción”, pues solo la vida democrática y republicana garantizan la libertad ciudadana y la esperanza de acabar con los cacicazgos que solo oprimen, reprimen y explotan al pueblo. Por ello hoy, los aspirantes a la reelección o al cambio de una curul por un escaño y viceversa, no son más que personajes autoritarios, presupuestívoros, que no pueden vivir sin la nómina sufragada por el pueblo y administrada por un gobierno antidemocrático y corrupto.
Que mal se ven en las listas que acaban de dar a conocer todos los partidos políticos nacionales, los mismos nombres de quienes por años han succionado la ubre presupuestal, brincando de una Cámara a otra. Hoy pretenden senadores, diputados federales y locales, perpetuarse en sus cargos mediante la figura de “La Reelección” sin considerar la evaluación que de su trabajo ha hecho el pueblo.
La calificación del pueblo “es reprobatoria” para los partidos políticos PAN-PRD-MC; Morena, PES, PT, PRI; y el voto de castigo marcará el rumbo de los demócratas mexicanos para impedir a los reeleccionistas que cumplan sus perversas aspiraciones.