Entre la oclocracia y el pintor de Veracruz

“Todos los hombres pueden caer en un error; pero sólo los necios perseveran en él.” – Marco Tulio Cicerón.
Vaya que da tristeza contemplar el escenario en que se encuentra México y Veracruz de la mano de los gobiernos Federal y Estatal emanados de la 4T.
Por donde le busquemos, el oprobio es evidente, es lacerante, es doloroso. La suma de malos resultados en todos los rubros: seguridad, economía, empleo, salud, desarrollo, son evidentes -aun cuando afirmen tener otros datos-.
Las consecuencias de 13 meses de mal gobierno han llevado a la sociedad al punto de comportarse claramente en lo que es definido como “oclocracia”.
El término fue acuñado por Polibio, historiador griego, en el año 200 a. C., quien comparaba las formas de degradación de la democracia, entendida esta como “el gobierno del pueblo que con la voluntad general legitima al poder estatal”.
Por el contrario, ante lo que estamos es la más clara expresión de la “oclocracia” definida etimológicamente como “el gobierno de la muchedumbre”.
Es decir, cuando la decisión no la toma el pueblo, sino la muchedumbre. Cuando el pueblo es manipulado y decide sin información.
Debemos reconocer que la “oclocracia” es considerada el peor de los sistemas políticos, el último estado de degradación del poder, o sea, la degeneración de la democracia.
Bien refería el propio Polibio, la “oclocracia” se nutre del rencor y la ignorancia, circunstancia innegable ante los ejemplos de gobiernos que enfrentamos.
La política facciosa emprendida por el actual gobierno federal, en la que la agenda publica nacional se rige por ocurrencias, con propuestas perturbadoras y sin sustento, han llevado a la economía al peor de los estancamientos en los últimos 10 años.
La confianza ciudadana y empresarial literalmente ha sido demolida por el prócer de este sistema político, representado en el presidente Andrés Manuel López Obrador.
Pero en el ámbito estatal, las cosas no están tan lejanas de ese mismo escenario.
Un gobierno distraído totalmente de la realidad, manipulado por completo desde el Altiplano que lo conduce al desastre es lo que sufrimos los veracruzanos.
Seguimos siendo primer lugar nacional en feminicidio, sumado ello, delitos como el secuestro, el robo, el cobro de piso colocan a Veracruz en muy mala posición.
Recientemente el Ranking Mitofsky del mes de enero posicionó a su gobernador Cuitláhuac García Jiménez en el lugar 14 de su listado, pasando de un 36.7% en diciembre de 2019 a un 38.8% en enero de 2020, en cuanto al promedio nacional de aprobación.
Visto en términos reales, tan solo 38 de cada 100 veracruzanos avalan su actuar, malos resultados, si remarcamos que apenas van 13 meses de gobierno.
¿Qué esperaremos llegado el quinto o sexto año de gobierno?
Sumado a ello, la más reciente pifia del Ejecutivo Estatal se ve reflejada en la implementación de un programa denominado “Orgullo Veracruzano” en la que el mandatario paso de ser el gobernador a pintor de brocha gorda.
Y no es que este mal el realizar faenas o acciones de apoyo a la población, pero no es trabajo que debiera ejecutar el mandatario estatal, cuando la inseguridad, la falta de abasto de medicamentos y el desarrollo económico no detonan en la entidad.
Oneroso a los veracruzanos pagar su salario de 74 mil 938 pesos mensuales, para que el mandatario termine pintando bardas, paredes o muros, cuando esas faenas las pudieran realizar los jóvenes del Servicio Militar Nacional.
De este modo, resulta incomprensible continuar sufriendo el resultado de la oclocracia mal conducida por una bola de rufianes que colocan a México y Veracruz como escenarios surrealistas de una verdad lacerante.
Al tiempo.
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