Entre la sinrazón y el fanatismo

Aupados por el demonio lo hacen en nombre de Jehová y Mahoma
Definitivamente asesinar a un alto mando iraní en Bagdad es un acto gansteril, propio de la sinrazón, un uso abusivo de la fuerza típico en el actuar de Donald Trump.
Sabemos que al mandatario estadounidense le gusta jugar rudo, siempre hace apuestas muy altas y en ocasiones le sale muy bien, como cuando de negociar con el gobierno del presidente López Obrador se trata.
No obstante, el régimen de los ayatolás no es precisamente un flancito, también pegan abajo del cinturón y han mantenido a su país en estado de guerra, prácticamente desde que arribaron al poder en 1979.
Así pues, los que seguirán pagando los platos rotos de este machismo político son los habitantes de la región, los que viven en carne propia los bombardeos de gringos, rusos, sirios, turcos, israelíes, iranios, milicias de toda laya y los que se agreguen.
Son esas generaciones las que seguirán ausentes de cualquier posibilidad de progreso y/o felicidad, son los hijos de la guerra que además de sufrir la violencia cotidiana, son olímpicamente ignorados en toda negociación de los poderosos.
Son los condenados de la tierra (FF dixit), los que no tienen la fortuna de morir acribillados en una refulgente ciudad occidental, para que los mandamases se conmuevan por ellos.