¿Estética o salud?

La pandemia de Covid-19 avanza en Xalapa, al mismo ritmo que las críticas y supuestos desacuerdos de actores políticos y sociales, quienes cuestionan el manejo de la emergencia sanitaria con base en el crecimiento de la maleza en jardines, camellones y calles de la ciudad.
Llama la atención porque hasta donde se sabe, el virus SARS-CoV-2 no se transmite a través del pasto, las flores o parte alguna de los árboles. Si fuera el caso, la capital veracruzana sería el centro de la pandemia en el país, ya que se trata de una de sus ciudades más verdes. Esto, por una parte representa un orgullo, aunque por otra implica labores de mantenimiento que no son fáciles de sostener en la situación actual.
Total, que a los críticos no les importa que buena parte del personal de Parques y Jardines haya dejado de trabajar –según se explica– porque presenta enfermedades asociadas que ponen en riesgo su salud, o en caso dado, su vida.
Parece entonces fundamental que se tenga una imagen urbana agradable, antes que procurar el bienestar de los empleados municipales y de la población en general.
Ante las circunstancias sucedieron tres cosas: Las autoridades, encabezadas por el gobernador Cuitláhuac García y el presidente municipal Hipólito Rodríguez salieron a chapear las áreas verdes junto a cuadrillas o grupos de trabajadores no necesariamente especializados en esta labor.
También se llamó a la ciudadanía para que este fin de semana se sumara a los trabajos, ahora sí que como guste cooperar, para la atención de distintas zonas, y se ofreció empleo temporal a personas interesadas en obtener algún ingreso, aplicando todas las medidas de prevención que la situación actual exige.
Esto permite avanzar, aunque la estética de bulevares y avenidas no será necesariamente la misma, pues quienes realizan los trabajos distan de ser el personal especializado encargado de la jardinería tan distintiva de nuestra ciudad.
Cabe también preguntarse si esto abona al manejo de la pandemia, pues todavía encontramos mucha resistencia de las personas al uso del cubreboca, aunque se haya decretado como obligatorio, y no ha disminuido el número de peatones y de quienes transitan en vehículos no sólo en el Centro, sino sobre todo en la periferia.
Aun cuando muchos comerciantes ya exigen el uso de cubreboca para ingresar a sus negocios, entre otros prevalece la indiferencia y eso no es algo que únicamente competa a las autoridades. Se necesitaría al menos un inspector o un policía en cada cuadra, lo que por supuesto resulta imposible.
La gente se queja de las restricciones, como la Ley Seca parcial, con la que paralelamente surgió la venta clandestina; se inconforma por los filtros para disminuir la circulación vehicular, la sana distancia y las filas, tan necesarias para contener la transmisión comunitaria del virus, y distintos gremios se manifiestan para exigir que todo vuelva a la normalidad, pues junto a la crisis de salud está la económica.
De tal suerte las declaraciones de cualquier político de partido disminuido, organización supuestamente social o personaje de poca monta que busca llevar agua a su molino tiene resonancia en algunos medios de comunicación que se volvieron críticos, tras la debacle de sus patrocinadores anteriores.
Como sea, el manejo de la pandemia no puede medirse por la longitud del pasto que crece frente a nuestra casa, cuando únicamente estamos dispuestos a hablar y no a cooperar. Qué preferimos entonces, ¿estética, o salud?