Feminicidio, sin atender

Por Yadira Hidalgo Glez.
No hay un día en el que abramos las redes y no aparezca un feminicidio. Tiene lógica si cotejamos con la estadística nacional: 7 mujeres asesinadas al día sólo en México. Esta semana, se cumplió la macabra matemática, 49 mujeres fueron arrebatadas de sus vidas, sus planes, sus familias por hombres que se escudaron en los celos, la posesión, “la emoción violenta” o que simplemente las vieron como mercancías inservibles, productos que ya habían dado de sí, o simples objetos de la satisfacción de su machismo. Sí, hombres.
En muy pocos casos una mujer es asesinada, golpeada o violada por otra mujer. No quiere decir que no existan casos, pero son los menos, una ínfima parte de la estadística que no por ello preocupa menos. Sin embargo y a pesar de todos los “pero los hombres también…” o “no todos los hombres…” hay una urgente necesidad de analizar con detenimiento la construcción de la masculinidad en los varones, esa que les permite expresar de la manera más feroz el machismo en el que hemos sido creadas y criadas todas las personas que habitamos este mundo; pero que recarga la tragedia y el dolor en el 51% por ciento de la población que representamos las mujeres.
Pero para que quede claro, no nos victimizamos, a pesar de que todos los intentos por protestar, decir algo o alzar la voz, son inmediatamente censurados, denostados y objeto de la burla y la crítica acérrima de aquellos que insisten en no ver _ y de alguna manera justificar _, actos que ellos mismos se dicen incapaces de cometer.
Esto no es una guerra de sexos pero lo parece, y las muertas las estamos poniendo nosotras sin que la indignación de la mayoría brote o se haga escuchar. Ya es un lugar común decir que cuando un feminicidio sucede, no falta quien justifique la suerte de la mujer en cuestión, por sus malas decisiones, su mal vestir, su mal andar o su mal comportarse; por su mala cabeza, pues.
Es la hora de que en las campañas electorales no hemos escuchado propuestas claras para terminar con el flagelo que acaba con la vida de 7 mujeres diariamente en este país. Siete. Lo que hemos escuchado son puras ocurrencias y un completo desconocimiento del tema en los candidatos presidenciales que no le temen a expresar su ignorancia.
Tal parece que la vida de las mujeres no importara pero tampoco nuestro voto. Como si no fuera esencial para la democracia que la mayor parte del electorado del país viva en la zozobra de ser víctima del siguiente feminicidio y a nadie le interese hacer algo para garantizar la vida de las mujeres. Ni qué decir de las niñas; que quedan aún más rezagadas porque ni siquiera figuran aún en el padrón electoral.
Ojalá que en el próximo debate el tema se toque a fondo y con seriedad, con propuestas reales para erradicar el feminicidio, como garantizar la seguridad y sobretodo abatir la impunidad que acompaña a la mayoría de los casos. Lo dudo mucho, esos ejercicios al parecer sólo sirven para la denostación mutua y el intercambio de superficialidades.
En fin, nosotras seguiremos insistiendo: sin nosotras no hay democracia y mientras nadie nos garantice una vida libre de violencia, seguiremos resistiendo.