Hombres Trabajando-se

Por: Paco Contreras
Entender que las diferencias que existen entre hombres y mujeres tienen un origen social, que se van construyendo a partir de las relaciones que se establecen y que han generado jerarquías que se mantienen con el paso del tiempo que a pesar de contar con la posibilidad de ser modificadas, no se ha transformado perpetuando las desigualdades que definitivamente determinan las estructuras sociales y con ello la organización, las instituciones y la participación de las personas que la conforman.
Trabajar por la igualdad implica realizar acciones que partan de las diferencias que se han construido para generar procesos reflexivos sobre la construcción de las identidades femeninas y las masculinas propiciando acciones especificas, es el caso de reflexionar las masculinidades, para ello es necesario que se logre reconocer que los hombres que cuentan con diferencias entre ellos y que en muchas ocasiones estas también constituyen la base para los trato diferenciados. Es por ello que al hablar de igualdad estamos reflexionando de la transformación social que permita crear condiciones para el acceso a los derechos humanos. En pleno siglo XXI, son las mujeres quienes se han visto en desventaja en relación a los hombres y es desde ahí es que se debe seguir buscando reducir las desigualdades.
Para el caso con hombres, varios procesos son los que se deben desarrollar e impulsar, uno de ellos es el trabajo reflexivo específico sobre la construcción de las masculinidades que implica que juntos logremos reconocer los elementos que nos han constituido de manera histórica que nos lleve a evidenciar las dificultades que se viven con la identidad masculina. De igual manera, profundizar en la vivencia de las crisis que se nos presentan y nos ponen de frente a situaciones conflictivas con  mujeres y otros hombres. Para esto es imprescindible que se adquieran herramientas que permitan dar solución a estos sin violencia.
La violencia es uno de los aprendizajes que como hombres vamos incorporando en nuestra trayectoria masculina y que a la larga se convierte en un privilegio que ha sido conferido a los hombres de manera histórica y que ha representado una herramienta para resolver conflictos, en muchos de los casos los hombres no logramos reconocer el ejercicio de la violencia en especial aquellas formas que se han convertido en imperceptibles a partir de formar parte de la cotidianidad de las personas, el caso de la información que disfrazada de cultura perpetuamos y difundimos, teniendo como resultado la naturalización de los hechos violentos, así como la minimización de los mismos generando las resistencias y desacreditaciones que vivimos ante el señalamiento de las violencias.
Otro de los elementos sumamente complicado en la vivencia masculina son los roles sociales asignados y que defendemos a capa y espada (como buenos guerreros), puesto que de no hacerlo nuestra posición en el barómetro de la masculinidad se verá comprometida y que muy posiblemente nos lleve a una vivencia donde nuestro colectivo nos equipare a aquellas de las que desde la infancia aprendimos que no nos representan. Ejemplo de ello es la resistencia de nuestra incorporación al trabajo doméstico, ciertamente las mujeres han tenido logros en cuanto a su acceso al trabajo remunerado, a los espacios públicos y la participación ciudadana (que también han generado resistencias masculinas), sin embargo, no han sido relevadas en todo el trabajo de atención y cuidado que históricamente ha sido asignadas, lo cual es una de las deudas históricas que aún existen.
Si bien, existe una diversidad de formas y modelos para la reflexión de las identidades masculinas, desde el planteamiento que se hace en este espacio les extendemos la invitación a nuestros lectores que se integren a los grupos de reflexión que existen en la ciudad de Xalapa (en otras ciudades también hay opciones). Uno de estos sesiona los martes en un horario de 19:00 a 21:00 horas en las instalaciones de la Unidad de Servicios Psicológicos En Salud (USPES) que se encuentra ubicada en el primer piso de la Facultad de Psicología de la Universidad Veracruzana, campus Xalapa; la dirección es Av. Manantiales S/N, San Cristobal Xalapa 2000.