“Huachigaseros” extorsionan a repartidores a punta de pistola

A punta de pistola, amenazas y secuestros, un grupo criminal tiene dominado el mercado de gas LP en Texcoco: roban pipas completas de gas para luego sobrevenderlas.

Operan así: los halcones detectan en las carreteras los autotanques y dan la señal a sus cómplices, que alcanzan el vehículo. Los huachigaseros se enfilan en sus carros, rodean la pipa, le cierran el paso, descienden armados, apuntan al chofer y lo hacen bajar de la unidad para llevársela.

La industria estima pérdidas de un millón de litros al mes, lo que hace a este municipio mexiquense uno de los focos rojos en el robo de gas. Las personas que accedieron a dar sus testimonios pidieron no revelar sus nombres reales ni el de sus empresas de trabajo para evitar represalias.

Carlos narra su madrugada de terror en Texcoco: “Estaba surtiendo a las 5 de la mañana y de pronto escucho que empiezan a apedrear la pipa, freno y se suben unos tipos armados que nos empiezan a quitar todo lo que traíamos: teléfonos, dinero, hasta quitarme el gas”.

Recuerda que tras el asalto llegaron policías municipales “y con los brazos cruzados nos dicen: ‘¿saben qué? Nosotros no podemos hacer nada. ¿Por qué si saben que no se pueden meter aquí, qué están haciendo aquí?”

Las pérdidas

Cálculos de las empresas estiman que en Texcoco pierden un millón de litros al mes a causa de los huachigaseros. Lo anterior ha generado que otras firmas hayan decido retirarse de este municipio debido a que la zona está dominada por un grupo armado, del cual las autoridades aún no tienen reportes.

El representante jurídico de una compañía explica que los delincuentes tienen conocimiento en el uso y operación de las pipas distribuidoras.

“Las tenemos identificadas con marcas, no sabemos si por órdenes de esas empresas: Sony, Vela, inclusive una que detectamos que se llama Gas LP México que, todo parece indicar, no tienen un registro dentro de la Comisión Reguladora de Energía”.
El pasado 6 de septiembre, la Policía Federal y la Fiscalía General de la República, en coordinación con Pemex, detuvieron a seis huachigaseros al catear tres predios en Ecatepec y uno en Texcoco; en ese operativo aseguraron 42 pipas y 222 mil litros de gas extraído del ducto cactus-Guadalajara.

Antonio, otro operador de pipa, recuerda: “Nos secuestraron, empezaron a darnos vueltas y a pegarnos. Me encañonaron en la cabeza; a mi compañero también le pegaron con un tubo. Los agresores nos dijeron: ‘¿sabes qué? háblale a quien le tengas que hablar. Ustedes tienen que salir de aquí, pero ya si no quieren que ahorita los matemos o quememos la pipa”.
Las denuncias por estas agresiones que se presentaron ante la fiscalía estatal no han tenido resultados. “Creemos que hay complicidad, porque solicitamos apoyo de los policías municipales y el comisario responsable nos dijo que no podían ayudarnos, que no tenía facultad porque era un tema de competencia económica”.

“Acudimos a la presidencia municipal y obtuvimos los mismos resultados, nos negaron. Se dice que hay participación de funcionarios y políticos de Texcoco en este mercado de gas ilegal”, comenta el abogado defensor de Antonio y su firma.

​Bajan la cortina

En toda esta trama, los compradores de gas también han sido amenazados, por lo que muchos han tenido que cerrar sus negocios.

“Nos amenazaron —dice Rogelio, quien compraba hasta mil litros de gas a la semana para su negocio— con que si volvíamos a contratar este servicio se iban a ir sobre el negocio y que nos iban a hacer daño a mí y a mi familia. Llamé a otra empresa y me negó la venta porque me dijeron que ellos no entran a Texcoco por miedo. Tuve que cerrar por falta de gas un negocio que inició mi padre hace muchos años y del que dependemos varias familias”.
Los compradores no tienen otra salida ante los huachigaseros: no solo están obligados a comprarles, sino que reciben litros incompletos con un sobreprecio de hasta 30 por ciento.

Antonio ndice que aún lo tenían encañonado los criminales cuando llegaron los policías.

Uno le dijo al huachigasero: “¿qué pasó hermano, cómo estás?”

—No, pues andamos aquí con éstos, ¿cómo ves? —le respondió el criminal.

—Pues ya sácalos, habíamos quedado que no deben estar aquí, porque si no el jefe se va a enojar —le dijo el uniformado.

Pero Antonio sufrió terror cuando “me arrebataron el teléfono y le empezaron a decir al gerente: ‘No tienen por qué estar aquí. Así es que te los vamos a mandar en pedacitos’”.