Ignacio y Sonia

Recibir notificaciones del Reportero Ignacio Carvajal estremecen. No, no lo veo como un agorero, al contrario, sino como un Reportero (así, con altas) cumpliendo su papel social: enterarnos de lo que acontece en nuestro estado y en una sección dentro del periodismo que por lo regular es dura: la nota policiaca.

Así, cuando mi celular me marca que Ignacio Carvajal ha subido una nota, lo que menos quiero es que sea un número, porque en estas últimas fechas, en serio que estremece saber de un feminicidio…

Este Jueves Santo, Nacho hizo algo que hace mucho no sentía… a pesar de los más de 28 grados que había en la capital veracruzana, su noticia hizo que un frío recorriera mi cuerpo y se estancara en mis manos: “Sonia Ramírez Trujillo, encargada de Hacienda en Tierra Blanca, destacada priista, fue asesinada a balazos este día en ese municipio”.

No da pena decir que la Mujer y yo lloramos. Y estoy seguro que el priísmo debe llorar a esa militante, echada pa’lante, que se confrontó al panismo hace dos años, que cada elección, fuera chica, grande o del tamaño que sea, la hacía ver como una guerrera fiera defendiendo sus colores…

Nosotros lloramos a la amiga que nos abrió su corazón de una forma tan transparente que nos hacía sentir como de su familia, aunque yo creo que si había algo que resaltara a Sonia, era ese inmenso amor que brindaba por su hija Yelssy Roxany…

Sí, esta ocasión, no pude evitar decirle a Ignacio Carvajal que hoy, su noticia, me hizo estremecer más de lo habitual, porque hoy, la inseguridad mortal alcanzó a una amiga…

II

Quien no transa, no avanza

Así expresa el dicho que refleja un mundo de corrupción en el que vivimos los mexicanos y que se expande en todas las condiciones sociales de nuestro entorno. Le cuento tres escenarios:

En un video situado en la Ciudad de México, agarraron a un ladrón que había hecho víctima a una joven. Le rompieron el hocico, lo golpearon, lo zarandearon y retuvieron mientras se esperaba el arribo de la policía. El “Dedos de Seda” pedía a la mujer que lo señaló, que lo perdonara, porque tenía dos o tres hijos que mantener, la verdad no recuerdo la cifra exacta, pero a su llanto, quienes le rodeaban, le respondían: “Nosotros trabajamos”, “Búscate una chamba”, “Debiste pensarlo antes”. Lo cierto es que por más que imploró, no lo soltaron y todavía, cuando llegó la policía por él, hubo por allí un ciudadano que le pidió/preguntó al policía: “¿Qué? ¿Hay chance de otros madrazos?”

Este “Dos de Bastos” no tuvo suerte… pero en la siguiente historia, todo fue diferente. Ésta ocurrió en Xalapa, cerca del famoso mercado de La Rotonda, en la verdulería Chucho. La víctima, una amiga de la cual que me reservo su nombre. A ella le sustrajeron el celular de su bolso de mano. El truco: una señora usó la bandeja que se usa para depositar las verduras, frutas o legumbres, para ocultar por debajo su mano derecha que se introdujo a la bolsa. De acuerdo a lo comentado en el video que circula por redes, la señora siguió a la amiga desde que entró a la verdulería… en este lugar son habituales los ligeros empujones porque los pasillos son estrechos, por lo que en uno de ésos, se aprovechó el hurto.

El tercer caso me tocó a mí…

Recibo una llamada de teléfono desconocido… respondo y me dicen que son de Bancomer, están interesados en saber si hice una compra por tres mil pesos en Liverpool… hace un mes aproximadamente liquidé todas mis deudas con esa departamental que tiene rato que religiosamente, me manda todos los días a mi correo electrónico, cantidad de ofertas propias de la temporada… la respuesta que doy a la señorita es un automático “No”, pero para eso, ya puse el altavoz mientras que me dirijo a la aplicación que tengo del Banco en cuestión y checo mis movimientos… no, no tengo ningún cargo por la cantidad que me dicen, y mientras tanto, en el altavoz, la señorita me dice que me pasará con un ejecutivo, a la vez que me dice que entregue mis datos para levantar un acta o sepa la madre qué, le agradezco la atención y sí, el sonidito de espera se hace sentir y de inmediato, oigo la voz clásica grabada del Banco que me pide que marque los números de mi tarjeta… ¡por supuesto! ¡Ahí fue que colgué!

A todas luces es una trampa en la que el mañoso (como dice Damara Gómez) utiliza la sorpresa para meter a la olla al interlocutor…

Lo increíble de todo esto, es el ambiente bancario que le ponen a la llamada telefónica estos cabrones y hasta la voz de la señorita, quien sigue el libreto habitual o el ritual bancario, desde que te dicen: “¿Hablo con fulano sutano perengano? Me llamo Merengana y bla bla bla”.

Se las dejo ahí, que nos es lo mismo que se las dejen ir alguno de estos vivales que han hecho un modo de vida “el que no transa, no avanza”.

smcainito@gmail.com