Para nadie es un secreto que el tema de la corrupción es el que más afecta al PRI de cara a todos los procesos electorales que enfrentará este año, y en los que hasta ahora no tiene expectativas positivas.
Del paradigmático caso del ex gobernador Javier Duarte de Ochoa a la “casa blanca” del propio presidente Enrique Peña Nieto, el tema de la corrupción es una loza que más bien podría convertirse en una lápida para el candidato priista José Antonio Meade, que ya no sabe qué hacer para sacudirse el estigma que persigue al tricolor.
En el PRI lo tienen muy claro. Y por ello es que instalarán una nueva Comisión de Ética, que tendrá como tarea sancionar a los militantes priistas que incurran en actos de corrupción.
Sin embargo, mientras el PRI siga actuando a “toro pasado”, únicamente en contra de militantes que ya no ocupan posiciones de poder, o que peor aún, las perdieron ante otros partidos, la verdad es que nadie les va a creer nada.
O dan una verdadera muestra de que están dispuestos a cambiar, o hasta ahí van a llegar.
