Javier Duarte, cuando ya no queda ni la vergüenza

Considere usted la diferencia entre pasar 50 años en prisión contra pasar solamente cinco. Gran diferencia ¿o no? Piense, además, que a cambio de sus cinco años en confinamiento, de sus más o menos mil 800 días vividos con algunas humildes comodidades y con todas las garantías sobre su integridad física, obtendrá usted una fortuna, pongamos, viéndonos sencillos, unos mil millones de pesos, ¿le entra? Algo así podría pasarle a Javier Duarte, al personaje más corrupto en la historia contemporánea de México en el México más corrupto de la historia contemporánea: el sistema no funciona, es una cloaca, es un hervidero de ineptitud funcional donde todo el mundo puede joder como se le pegue la gana siempre y cuando se cuente con un amigo poderoso… Y Javier Duarte, al parecer, tiene muchos y muy poderosos. Evidentemente que Duarte seguirá en prisión, no saldrá ni mañana ni, lo más probable, en este sexenio, pero la borricada de sus acusadores, que para colmo nos representan a todos, ha provocado que en el juicio The People vs Javidú, el de la paciencia y el dominio de ciencia, nos haya metido una rastriza despiadada en el primer round. Duarte gana y gana bien. Reclasificar el delito de delincuencia organizada al de asociación delictuosa es algo así como cambiar la acusación contra un homicida por la de un simple golpeador, es grave por dónde se vea y se explica en dos vías: o es una gansada monumental o es un acuerdo vil para proteger al ex gobernador que mucho podría saber y cantar en un réquiem enmarcado en el funeral de una de las peores administraciones del país. El argumento no podía ser más blando y timorato: dicen que la clasificación de asociación delictuosa podría garantizarles una sentencia porque la de delincuencia organizada, simplemente, la van a perder. Así de desnutrida la institución. Lástima. ¿Que diría el doctor Cervantes que decidió salirse a tiempo de la devastación? ¿Qué no hablamos del caso de un hombre al que el presidente Peña felicitó e impulsó en su carrera y presumió como la nueva generación?, ¿que no fue ese mismo hombre, esa misma promesa, el que desvió más de 30 mil millones del erario veracruzano?, ¿el que fue desnudado en su corrupción gracias a una investigación periodística (¡Aplausos, Animal!) que mostró su red de empresas fantasmas?, ¿no lo intentaron proteger hasta que no hubo forma?, ¿no lo dejaron huir en un vuelo privado pagado con recursos públicos?, ¿no se les peló por el mundo una, dos, tres, muchas veces?, ¿no pidieron a Guatemala su extradición únicamente por dos delitos a sabiendas de que había otros ilícitos y que su omisión en la solicitud le daba una ventaja de saque?, ¿no fue por eso que él mismo se allanó a la extradición?, ¿no prefirieron darle el Reclusorio Norte, donde juega ajedrez con un chino, que Almoloya a donde mandaron, por menos, al hijo de Guillermo Padrés? Son un desastre. A veces dicen que ya no queda ni la vergüenza. ¿Y el presidente electo se pronunciará sobre el tema?, ¿para cuándo? (FUENTE: EL UNIVERSAL, “EN LA MIRA”; LUIS CÁRDENAS, 23/AGOSTO/2018).