JUAN MANUEL DIEZ LE HACE OJITOS A UNA MORENAZA

Aunque ya casi araña los 70 años, dicen que Juan Manuel Diez Francos anda de pizpireto.
No tiene mucho que le anda echando ojitos a una morenaza, que no sabemos si es de fuego, pero esa lumbre sí que le quema las entrañas, le quita el sueño, lo empuja a deshojar día tras día una que otra margarita.
¿El le echó primero los ojitos a la morenaza o la morenaza fue la primera que se fijó en él?… Creemos que más bien esto último.
Y desde que la morenaza le hizo “cambio de luces”, desde ese momento al viejito le comenzaron a temblar las corvas, empezó a sudar frío, y a sus casi 70 primaveras volvió a sentir maripositas en el estómago.
Fue entonces que el fantasma del “adulterio” le comenzó a carcomer el alma; como un gusano voraz, el escenario de la infidelidad se apoderó poco a poco de su espíritu y de su sangre, y de sus venas… Lentamente se le comenzó a anidar en su corazón la posibilidad de oler a leña de otro hogar.
De manera furtiva, comenzó a tener encuentros, a platicar, a dibujar escenarios.
¿Por Morena?… ¿Por qué chingados no? “Pero yo quiero acordarlo con el mero mero, con el gran Tlatoani”. Y dicen que se fue a la capirucha, y que al parecer dialogó con el cabecita de algodón. Y éste le habría dicho que sí, que adelante, que a toda madre.
Pero en el búnker priista se las olieron y comenzaron a presionarlo. Hasta le mandaron a Carvallo a convencer al viejito que no abandonara el Edén priista.
Y a regañadientes, el viejito accedió a estar presente en reciente acto tricolor. Pero al estar ahí con los rojos, como que sintió algo extraño. Como que se sintió ajeno. Su cuerpo estaba ahí, pero su pensamiento estaba en la morenaza… ¿de fuego?… pues sí, de fuego.
Por eso es que cuando los reporteros le preguntaron hace una semana si se iba a lanzar como candidato a alcalde, contestó que aún no ha decidido participar, por lo que no podría decir si va –y ahí está el detalle, diría Cantinflas- “por Morena, por el PRI o por el Vaticano, todavía no”.
Si tanto fuese su “fidelidad” al PRI, ¿por qué también mencionar por su nombre a esa Morena que últimamente lo trae loquito?
Es cierto, este viejo lobo de mar, este tiburón de aguas profundas, este zorro “balaceado”, no ha dicho su última palabra. Como buen empresario que es, hace sus cálculos, sus mediciones. Analiza escenarios a corto, mediano y largo plazo.
Sabe que gana por cualquier sigla, por los excelentes resultados que entregó a la ciudadanía en las dos veces que fue presidente municipal, y por las buenas cuentas que han entregado los alcaldes de su grupo político que él ha recomendado.
Pero como buen inversionista, estudia, observa. No se avienta como el Borras.
Se inclinará finalmente por el mejor postor, por el que le garantice buenos dividendos. Por el que le permita no sólo hacer buena política, sino también quien le asegure crecimiento en sus inversiones privadas, que a final de cuentas ese ha sido su secreto: un perfecto equilibrio de finanzas públicas con las que el pueblo ha estado contento, pero que a la par ha permitido extensión y robustecimiento de sus empresas. Así, se concreta realmente el slogan aquel de “todos salimos ganando”.
Pero quienes lo conocen, dicen que ven al viejito más cerca de la morenaza que de su viejo amor, el PRI.
Dicen que esa morenaza lo trae de un ala. Porque el viejito sabe que el PRI anda a la baja- y su morena, esa que le provoca sobresaltos en las noches de insomnio- anda a la alza, con todo y los sustos que ha enfrentado la 4T antes de la pandemia y durante la pandemia.
El viejito revisa números… La decisión está pronto a conocerse.
Y si se decide por la morenaza, no necesita Viagra para cumplirle. Con la Vitamina “P” de la política sobra y basta. Cómo chingados no.