La conciencia como almohada

“…cada país tiene los políticos que se merece y lo mismo sucede con los críticos. Por otra parte, no es fácil poner el dedo en la llaga cuando la llaga está precisamente en el dedo, no sé si me explico”. (Eduardo Mendoza, El secreto de la modelo extraviada).

Es imposible detener el mundo, bajarse de él, disminuir su movimiento de acelerado a lento, evitar la continuidad de su tiempo y espacio, sin que tener consecuencias catastróficas. Esto lo harto sabemos, mucho más ahora con el avance de la ciencia, la tecnología y la terquedad de buscar y encontrar la cuadratura del huevo de la existencia y prolongar a ésta más allá de los confines inimaginables. ¿Ciencia ficción? Eso y más. Es posible ser Dios, dioses y punto. Pero he aquí que la soberbia, la envidia y el odio, nos desanda hacia rumbos de oscuridad donde no vemos ni nuestra propia sombra.

“Mamila” me he puesto, sí; pero déjenme que les comento: el mundo es maravilloso, pero nos lo comemos a pedazos; somos caníbales y, de paso, “come solo”. La indiferencia abruma. Decimos sí, pero actuamos con un no. Del dicho al lecho, hay mucho trecho, escribiera Efraín Huerta. De pronto, saltamos y brincamos con el miedo a perderlo todo, el mundo a la chingada, y así de tantito estamos, sino es que ya sufrimos los estragos de nuestra indolencia hacia la naturaleza humana, terrenal y, si gustan, celestial.

Michel de Montaigne dijo que la conciencia hace que nos descubramos, que nos denunciemos o nos acusemos a nosotros mismos, y a falta de testigos declara contra nosotros. Creo que se entiende, y si no, reflexionemos, que mucha falta nos hace.

De pronto, todos, dizque somos consciente de lo que le pasa a la Madre Tierra, y nos apresuramos a hacer conciencia. Ajá. Opino, con John Ray, que la buena conciencia sirve de almohada. O como declaró Jean Paul Sartre: “La conciencia sólo puede existir de una manera, y es teniendo conciencia de que existe”.

El pasado 5 de junio fue el Día Mundial del Medio Ambiente, y como cada maldito año, otra vez a recordarnos y hacerle un llamado a nuestra conciencia pa’ que ya no sigamos chingando al mundo, es decir a nosotros mismos. En realidad, “El mundo quiere entender/ por qué quieren acabar con él./ “¡Muere, muere, muere!,/le gritan. Y el mundo sólo ríe, ríe, ríe,/sabe que la vida está al revés”, escribió el poeta William Deer.

Pues bien. Los diputados dijeron, sin orden de aparición, más bien a como me dicta mi conciencia (¿?):

La diputada María Esther López Callejas, hace unos días, presentó la Iniciativa que reforma distintos artículos de la Ley de Prevención y Gestión Integral de Residuos Sólidos Urbanos y de Manejo Especial para el Estado de Veracruz, reformas que, entre otras cosas, prohibirían el uso de bolsas y popotes de plástico, así como recipientes de unicel o poliestireno expandido. Propone promover campañas: “sin bolsa está bien”, “sin popotes está bien”, “sin unicel está bien”. O sea, todos estaremos bien.

Entretanto, la diputada Mónica Robles reconoció la iniciativa de su homóloga legisladora María Esther López Callejas, y expresó que “es un tema de supervivencia. Creo que la naturaleza ya nos está mostrando que se está agotando y tenemos que hacer conciencia. Para reforzar la lucha por el planeta hay que generar el marco jurídico para que se nos obligue como civilización”. Estamos todos de acuerdo.

Al fijar el posicionamiento respecto al Día Mundial del Medio Ambiente, el diputado Omar Guillermo Miranda Romero, de la Comisión Especial para el seguimiento de la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la LXV Legislatura local, invitó a redoblar esfuerzos para que “esta Legislatura, la de la Paridad de Género, se convierta también en la Legislatura de la Sostenibilidad. Nuestro futuro y el de todo Veracruz dependen de ello”. Y añadió: “Sirva el Día Mundial del Medio Ambiente, como un recordatorio de la tarea sustantiva de nuestra Comisión: el plasmar en legislación la manera en la que Veracruz participará, en concordancia con los diversos órdenes del gobierno mexicano y junto con todo el planeta, en la concreción de los objetivos establecidos por la Organización de las Naciones Unidas, que si bien tienen tres dimensiones: la económica, la social y la ambiental, es en ésta última en la que tenemos que poner mayor atención para que sea el matiz y parteaguas de nuestras políticas públicas”. Así sea, por Dios y por todos.

También en días pasados, el diputado Gonzalo Guízar Valladares presentó el Anteproyecto de Punto de Acuerdo por el que se exhorta a la Secretaría de Medio Ambiente (SEDEMA) del Estado de Veracruz, a elaborar un proyecto ejecutivo y manifiesto de impacto ambiental sobre la viabilidad de crear rellenos sanitarios regionales de residuos sólidos no peligrosos. Expuso que “la medida, a corto plazo, beneficiaría a los municipios de la entidad para hacerle frente al problema del destino final de la basura, sin que ello signifique que este Congreso se conforme con dicha propuesta; sino al contrario, se deberá actualizar o construir un marco normativo a partir de políticas públicas de concientización, prohibición de ciertos materiales y el aprovechamiento de las nuevas tecnologías para la generación de energía”. Vaya que sí, hay que entrarle, todos.

Y viene la investigadora del Fondo del Golfo de México, Beatriz Del Valle Cárdenas, y nos recuerda que “la entidad veracruzana cuenta con diversas leyes de protección al medio ambiente, pero mientras carezcan de reglamentos que permitan sancionar a quienes las violen, y los ciudadanos sigan sin hacer conciencia de la urgencia de cuidar el agua y separar la basura, en nada servirán”. Agregó, contundente: “Sí sabemos lo que tenemos que hacer en términos del medio ambiente, pero no tenemos una conducta ambiental, decimos hay que hacer esto, hay que hacer el otro, pero si mi conducta es contraria a lo tengo que hacer. Tenemos que cerrar esa brecha de conducta y conciencia ambiental y lo que digo lo hago. Cómo ciudadanos, profesionistas, trabajadores, empresarios debemos empezar a practicar el cuidado del medio ambiente con lo más básico que es ahorrar el agua, disminuir el uso de la energía eléctrica, separar la basura, no utilizar bolsas de plástico y popotes. Todo eso ya lo sabemos pues hay que aplicarlo, hay que cerrar esa brecha entre lo que sabemos y hacerlo”. (avcnoticias.com.mx, 05-06-19). Pos sí, todos a tomar conciencia.

O lo que es lo mismo, todos somos ambientalistas. ¿O no?

Los días y los temas

Por cierto, en mayo de 2018 la LXIV Legislatura de Veracruz aprobó –con 39 votos a favor, sin abstenciones o votos en contra- el Dictamen de Decreto que reforma y adiciona diversas disposiciones de la Ley de Prevención y Gestión Integral de Residuos Sólidos Urbanos y de Manejo Especial para el Estado de Veracruz, con el propósito de llevar a cabo acciones concretas para la reducción de las bolsas de plástico y productos homólogos que se entregan en los supermercados y tiendas locales para el transporte de los productos comprados en los mismos, y así contribuir a un medio ambiente más sano.

La interrogante es obvia: ¿seguiremos así?

De cinismo y anexas

En El secreto de la modelo extraviada, del escritor Eduardo Mendoza, uno de los personajes expresa: “En el mundo de la lógica, negar es afirmar. Pero la lógica está en desuso. El pensamiento está en desuso. Todo está en desuso. Sin que nos demos cuenta, bajo la apariencia de libertad de expresión, nos han borrado de la cabeza las pocas ideas sólidas que tuvimos en un tiempo. Ahora todo es ligereza y olvido. La novia de un torero y santa Teresa de Jesús valen lo mismo en el mercado de la frivolidad”.

Para abonar –o fregar- en ciertas discusiones, debates e insomnios de eso que llaman “género” –así, a secas y sin adjetivo-, les comparto lo siguiente: “¿Qué hace una mujer tirando a un hombre por la ventana? Contaminar el ambiente.”

Ahí se ven.