La criminalidad sin castigo, fomenta su proliferación

Desde la antigüedad, el hombre ha experimentado diversas formas de castigo cuya finalidad pretende corregir la conducta de los delincuentes, sin violar sus Derechos Humanos, hoy tan de moda bajo la teoría de justicia, dejando atrás la venganza privada del “ojo por ojo y diente por diente”, así como la venganza pública por parte del Estado, mediante la aplicación de la pena de muerte o castigos infamantes que denigran a los transgresores de la ley.

Durante un tiempo, el pueblo exigía: “No más castigos crueles” cuyo propósito principal era saciar la sed de venganza, para atenuar el dolor de las víctimas. Ahora que fácil resulta expresar el pésame o condolencia a los dolientes de los niños, de los adolescentes o de los hombres que perdieron la vida en una acción criminal, como “una emboscada”, que significa matar a traición a quien se encuentre en desventaja.

El fácil acceso de cualquier ciudadano a las drogas y al alcohol, han transformado a la sociedad para su autodestrucción; y peor aún resulta la inducción a niñas y niños para volverlos drogadictos dependientes de criminales traficantes. En tanto que las fuerzas de seguridad pública se han rezagado en su capacidad de respuesta con los cuerpos de policía que tienen a su cargo resguardar la vida de la población y el patrimonio personal y familiar de quienes resultan víctimas de un “asalto a mano armada” o “robo con violencia”, que se han multiplicado de manera exponencial.

Lo peor del caso ha resultado ser, el desarme de la policía, que según las autoridades políticas de los tres órdenes de gobierno, se decretó para generar menos violencia institucional, asegurando desde el Presidente de la República, Gobernadores y Alcaldes, que la violencia terminará muy pronto, aunque los hechos cotidianos muestren lo contrario.

La emboscada a los policías de Aguililla, Michoacán, puso al descubierto la falta de unidad en el mando policial y la falta de respaldo del Gobernador Silvano Aureoles, quien con excusas tontas, evade su responsabilidad ante los deudos de los 14 muertos. Al día siguiente en Iguala, Guerrero otros 14 muertos elevan la cifra de asesinados por la ineficacia del combate a los narcotraficantes y bandas del crimen organizado, que como dijo “chuscamente” la Secretaria de Gobernación, “suceden diariamente y en todo el país”. Vaya manera de justificar su responsabilidad oficial.