La nueva cultura política y el proceso electoral de 2018

A propósito de la historia fallida y la certeza de futuro
A finales del año que terminó, escribí un texto titulado La Agenda política perdida, extraigo unos párrafos que según a mi parecer resultan importantes para describir el escenario real de la contienda política y electoral de éste 2018, y de lo que se ponen en juego, que es la suerte de nuestro País, de nuestros hijos, y sin exagerar, el punto de no retorno entre una existencia y una sobrevivencia, una implicaría que las formas en que organizamos la vida pública funciona bien, y la otra, sería la obsolescencia de esas formas, y la búsqueda frenética desde la violencia del marco civilizatorio que contenga la pulsión estructural de nuestra naturaleza humana, y nos haga creer en nuevos dogmas de fe y de ciencias aminorando la vorágine pulsional violenta de muerte.
Pensé en ese texto, que éste año 2018 “podremos ver hasta qué punto esos actores (la clase política) se da cuenta de esos evidentes déficit, y aprovecha las fortalezas culturales, psicológicas, económicas, sociales y políticas del México post-moderno, y los anteponen a esas luchas intestinas e inútiles de descalificaciones y protagonismo mediáticos para hacerse con la popularidad y cumpliendo las previsiones del marketing político con el voto, y esto no ocurrirá si no logran un auténtica conexión e identificación con una sociedad desesperada y ávida de fe en la política para la solución a los graves problemas que padece, o, y desearíamos que esto nunca ocurriera, hasta qué punto su deficiencia y perniciosita provocan el cantico unísono de la población, que no se hará esperar, hacia la decadente clase política: ¡a la horca!, puesto que no habrá opción, ya que la política no posibilitará la regeneración de poder público ni el rescate de la nación; izquierda y derecha continuarán siendo sólo formas de orientarse para llegar al mismo sitio y fatal destino, y se cumplirá el presagio que la caída de las ideologías sólo sirvió para consolidar el insuficiente pensamiento único legitimador de occidente, viviremos las ruinas del espejismo democrático y las nuevas letras estarán en un tiempo por venir; éste año no veremos renacer la esperanza sino sólo presenciáremos la sepultura del decadente Sistema Político Mexicano, y ni AMLO moreno, ni el PRIAM ensimismados, ni NADA nos hará creer en un mañana, más sólo cuando la pulsión y la fuerza del pueblo hagan renacer a nuestra Patria de sus cenizas”. Esto último es mi posición con respecto a la que ocurrirá, aun cuando mis sentimientos deseen otras cosas, pero no ocurrirá porque el estado de enajenación de esa promiscua clase política es tal que no le permite dimensionar el irreparable daño que han hecho a nuestra Patria: pobreza y muerte son los signos de nuestros tiempos. Por lo que los rezagos en todos las meterías sociales son abismales, y repararlos requieren más que la política y el poder, se necesita voluntad, consciencia de sí, y lo fundamental, poner en función una forma de hacer política pública desde la ética.
Realmente muchos “esperamos que prevalezca el sentido común y la inteligencia, y se rescate la verdadera Agenda Política, que no es quién es menos o más corrupto, quién hace de su persona el principal tema público, sino las propuestas teóricas de una nueva idea de mundo y sociedad desde donde respondamos con inteligentes soluciones a los graves problemas de pobreza y violencia que vive la sociedad mexicana, además de otros de por si no menos urgentes, como es el tema del rezago educativo, el problema de la violencia de género y la marginación de nuestros hermanos indígenas y los llamados eufemísticamente diferentes, y lo fundamental, una igualdad plena donde no haya mexicanos de primera (el 1%) y mexicanos de segunda, la constante violación de los derechos humanos, la justicia social, etc.”
Por mucho tiempo se puso de moda tecnicismos para describir la forma de reparar el paulatino deterioro de nuestras instituciones y sociedad a causa de la política, que incluso, descaradamente se reflejaba su esencia en los dichos populares, y con una naturalidad hemos venido aceptando como normal y que así debería ser, el que no tranza no avanza dice el dicho popular, etc. y escuchábamos de la boca de esa clase política el uso indiscriminado de conceptos como: reforma, modernización, reingeniería, entre otras mentiras, porque en el fondo su mentalidad perversa y enferma continuaba concibiendo lo público como lo privado, y la política como el instrumento de hacerse con el poder y las arcas públicas; no importa ni ha importado para esa decadente y perversa clase política la lacerante pobreza de millones de hermanos mexicanos, la violencia in extremis que padece nuestros pueblos, la cancelación sin misericordia de la certeza de futuro de nuestras nuevas generaciones de mexicanos, nuestros jóvenes y nuestros niños. En fin, que la perversión en extremo de esa clase política no ha tenido límite, y pasamos de los “sabios” y prudentes dinosaurios que mantenían cierto equilibrio a los predator insaciables, que sin “oficio político” (y estos también es perverso, pero cuando menos servía para mantener cierto equilibrio aun en la injusticia) que han venido a sepultar la decencia de la política y a exacerbar el deterioro de nuestras instituciones públicas, y acercar al Estado Mexicano a un Estado Fallido, incluso con una Historia Fallida. Por eso he pensado que “cobra especial importancia darse cuenta como lo dijimos al principio del texto, que debe tomarse en cuenta la nueva psicología (o psicopatología) del Mexicano que exigirá agregar la clínica y la misma psicología política como herramientas conceptuales para eso Nuevo que esperamos, además que la demografía del México actual ya no da para pensar que es fácil ser un representante social y político, así como pensar que la gran política pospuesta implica una historia lineal que se alimenta de la acumulación de experiencias enriquecedoras, y no cíclica que termina con la sustitución del hombre del poder en turno”. En suma, estoy hablando de sentar al diván a la propia sociedad mexicana y a esa clase política como una medida preliminar para sanar y regenerar la vida pública de nuestro país, y así hablar de salud pública, aunque si hablamos de psicopatologías extremas ésta medida no serviría y tendremos que apartar a esa clase política de la vida pública y política.
Tener salud mental implicaría hacer evidente a nosotros y a esa clase política que “esa Agenda Perdida tiene la condición de poner en el centro El Bienestar del Ciudadano y su Familia, y recuperar la Certeza de Futuro de las nuevas generaciones, y Cicatrizar las heridas profundas que nos hemos auto infligidos”. Así que “el duelo de miles de desaparecidos, el rescate de la marginación de miles de pobres cada día en aumento, la recuperación de la certeza de futuro perdida de nuestros jóvenes y niños, la exigencia de castigo a los que han hecho de la cultura de la corrupción que lo poco que se haya tenido haya parado en los bolsos de unos cuantos, el perdón sincero, si es que puede ocurrir, de la oligarquía que se ha aprovechado para continuar protegiendo su pequeño mundo de privilegios a expensa del dolor y la marginación de millones de mexicanos, es el enorme reto de quienes se atrevan a postularse para gobernar México.
La plática sobre la política y el proceso electoral que ocurre es recurrente, más ahora cuando la ciudadanía está esperando respuestas inmediatas a los graves problemas que vive. Por ejemplo, antes la muerte era un tema de velorios, académicos, culturales, e incluso, del humor negro, pero ahora no sólo es un tema, es un hecho que ha tocado a nuestras puertas y no necesariamente por el deterioro natural de nuestros cuerpos, así que ser pobre era ya de por sí un grave problema, ahora ser pobre muerto es una fatalidad. Así que las situaciones límites nos hacen interesarnos en la política, e incluso nos hacen reflexionar confirmando lo que Freud decía que el tema de la muerte es el origen de la reflexión y del saber. En uno de esas afligidas platicas con un amigo, le comentaba que era pesimista en lo que ocurrirá con respecto a la política porque no veía una consciencia plena de lo real, de la situación in extremis que vive nuestro país; por lo que cualquier relevo de poder no traerá el Fuego Nuevo que queme lo viejo y haga surgir lo nuevo para iniciar una nueva vida de esperanza y de paz a los mexicanos. Que no había en la clase política las miras de altura que le permitiera ver que lo que está en juego es la sobrevivencia de los mexicanos, que no puede más, y exige las garantías para una vida pública en paz y en progreso. No más violencia no más pobreza ni marginación. Y que para que ello suceda tendría que actuar como el periodo de transición que vivió España, donde los actores políticos y sociales se pusieron de acuerdo para crear nuevas instituciones democráticas y políticas públicas que tuviera como fin la conciliación y el bienestar de los españoles. Así que es una condición necesaria e ineludible que el que gane el poder público no debe continuar comportándose antidemocrático, sectario y excluyente, y sea capaz de sentar en la mesa de la gobernabilidad a los demás actores sociales y políticos para reconstruir al Estado mexicano y comenzar un proceso sincero de reconciliación nacional y regeneración del poder, propiciando una Nueva Cultura Política. Ese posicionamiento implicaría una actitud de estadista demócratas y de hombre sabio, y templario: porque contenerse a los apatitos egoístas y narcisistas es una cuestión de templanza.
La Agenda Política Perdida tiene que repensarse desde ejes trasversales obligatorios: la defensa a ultranza de la Educación, concibiendo las Escuelas y Universidades como los verdaderos cuarteles para combatir no tan sólo la violencia sino para hacer viable un progreso cierto para todas y todos los mexicanos.
Responder inteligentemente al fracaso de los procesos globalizadores, pensando en una República Municipalista, es decir el empoderamiento del Municipio, por lo que será necesario construir una sociedad con una consciencia critica capaz de repensar el modelo político y legal del Estado Mexicano Centralista, puesto que no ha podido responde a solucionar los graves problemas que vive la sociedad mexicana, siendo incapaz de experimentar la problemática social desde lo local, desde el origen, desde la cotidianidad, desde la ciudadanía, y que si, y solamente si, los Estados Municipales pueden hacerlo.
No hay que olvidar que hay un agotamiento del modelo global en que paulatinamente se ha venido organizando la vida pública. La crisis de lo público tiene que ver con la incapacidad de establecer una relación armoniosa entre las partes con el todo, entre la Federación y los Municipios.
El modelo occidental político y social más acabado, ha sido El Estado Democrático, modelo que ha centralizado el poder político, económico y administrativo, desde donde se alimenta inequitativamente todas las estructuras municipales.
El principal problema de la actual teoría social, que tiene su máxima expresión en el Estado Democrático, ha sido que no ha podido resolver el grave problema de la pobreza, su vigencia como expresión máxima de la civilidad ha sido cuestionada por esa triste realidad, y se suma en la actualidad, la violencia.
El Estado Democrático ha sucumbido a la vorágine egoísta individualista del propio hombre, y se ha visto imposibilitado de contenerlo, por lo que los cuerpos de Estados Democráticos Enfermos de Pobreza pululan por doquier, y el riesgo que el Estado Mexicano se convierta en un Estado Fallido es latente.
Entre los otros ejes transversales está el Fortalecimiento de la Democracia, construir una Cultura del progreso, lograr una Educación Popular Universal, eliminar la Pobreza y la Marginación, diseñar políticas públicas que garanticen una Justicia Social Universal, esto implicaría la Protección Social Universal de las Familia mexicanas, construir una Economía Comunitaria, lograr la Igualdad Integral de Género, consolidar una Justicia Jurídica Solidaria, lograr una Salud Pública Universal, “quintuplicar inversión en Educación: Un país que quiere crecer debe producir los mejores profesionales del mundo” , la incorporación de la Solidaridad como un concepto obligatorio del marco no tan sólo legal sino político, cultural y social, “reducir drásticamente el Salario y Gasto de los Políticos: se tienen la política más cara del mundo. El político debe entender que es un funcionario público obligado a entregar su trabajo y conocimientos en beneficio de su país y no un rey” ; hacer real un No a la política como instrumento del poder personal y patrimonial, por lo que se debe apostar a que el que Gobierno mande Obedeciendo.
Porque no atrevernos a pensar que podemos ser un país fuerte, con instituciones eficientes, con políticas públicas eficaces e inteligentes, con una política como herramienta para una vida en sociedad ordenada y democrática, con seres humanos felices, con una juventud que le garanticemos la certeza del mañana, con pueblos prósperos y responsables, Un México Nuevo. Esos son los sueños de muchos mexicanos que esperamos que se reescriba la historia desde la filosofía y la ciencia, y esa historia no sea una Historia fallida que nos deparé un Estado Fallido.