La transformación del hombre… en mono

CONTRACOLUMNA
“¿Qué derecho tiene un señor o señora de creer que por escribir una columna tenemos que creer que es verdad lo que dice?”.
José Saramago
La transformación del hombre… en mono
Atanasio Hernández
Mire usted lo que es la vida: Resulta que a estas alturas del partido existen más organismos empresariales que sindicatos o centrales obreras, pues como contraparte al corporativismo impulsado por Plutarco Elías Calles a partir de los años veinte del siglo pasado, surgieron múltiples agrupaciones patronales que crecieron y se siguen multiplicando en el país.
En Xalapa –como capital del estado– se establecieron varias de ellas, aunque tengan poca o nula relación con las actividades que en el municipio se desarrollan.
Por supuesto que entendemos la existencia de agrupaciones de comerciantes, hoteleros y restauranteros, pues Xalapa ha sido desde la época colonial sitio de comercio, comida y reposo, y luego centro gubernamental y educativo, con miras a centro de una región turística de relevancia una vez que esta pandemia nos deje en paz.
Llama la atención que exista una delegación de la Cámara Nacional de la Industria de Transformación (Canacintra), el organismo que según su propia información “representa al Sector Industrial de México (y) Tiene como objetivo fomentar la competitividad y la productividad de las empresas, apoyándolas para que se mantengan en constante actualización y se conviertan en agentes innovadores socialmente responsables”.
Si consideramos que el término “Industria” implica un “Conjunto de operaciones materiales ejecutadas para obtener, hacer cambiar de forma o transportar de uno o varios productos naturales”, en Xalapa simplemente no hay mucho de esto, a diferencia de las regiones Coatzacoalcos-Minatitlán, Córdoba-Orizaba, Poza Rica-Tuxpan o Veracruz-Boca del Río.
Pero existe una Delegación de la Canacintra en “Jalapa” (lo escriben con jota), cuyo presidente, Alejandro de la Madrid Trueba, es efectivamente un industrial. El problema es que le sucede como al Coronel: no tiene quién le escriba, y para matar el tiempo se dedica a hacer declaraciones a cualquiera que quiera escucharlo. Resulta divertido seguirlo, pues opina sobre el tema que sea, en nombre de otros, independientemente de la geografía o grupo al que pretenda abanderar.
Su negocio son las plantas de tratamiento de aguas negras; es decir, la transformación de porquería en un líquido limpio, reciclado. Aunque por el momento se interese más por echar abajo la Ley Seca decretada ante la pandemia de COVID-19 y busque representar a algunos dueños de bares, antros y otros negocios que contribuyen a la transformación del hombre en mono, al contrario de la teoría darwiniana.
¿Algún propósito? Claro, baste mirar su corazón colorado, pues los premios obtenidos por su empresa (sin cuestionar merecimientos) le fueron conferidos y entregados por Miguel Alemán, Fidel Herrera y Javier Duarte, de acuerdo con las fotografías que orgullosamente muestran en su página web. ¡Pura gente honesta!
El propio De la Madrid Trueba ha dicho que su Canacintra tiene 37 socios, aunque ya sabemos que esas cifras se inflan siempre, para no verse peor. De buena fuente escuchamos que para contar a los representados no alcanzan los dedos de la mano. O bueno, son más: cinco.
El peñanietazo no viene a cuento por el caso Lozoya, sino por su amistad e interés por un joven-viejo militante del otrora partidazo; encarnación de un continente perdido, junior de altas miras, caballerango de hípicos horizontes, aunque no etílicos. De hecho la sequía ni les afecta, porque ambos son abstemios.
Pero les urge reactivar al alicaído. No me refiero al partido, sino al muchancho perdido, al extraviado representante del antiguo régimen, al gran dirigente poblano que sueña con regresar, glorioso por su incorruptible afán de otorgar a giros negros, grises y rojos licencias poéticas… perdón, poco éticas.