¿La vamos a escuchar?

Por Estela Casados González

El primer trimestre de 2017 entregó a la población veracruzana varias fosas con restos humanos. Tal vez una de ellas sea la más grande que haya sido ubicada en América Latina.
La autoridad que se dice competente, apareció tarde en los predios donde se ubican cientos de restos humanos. No se sabe si para indagar los hechos o en un intento por acallar a los medios internacionales, los cuales reiteradamente exhiben que no han hecho su trabajo y que no tienen conocimiento ni interés ni presupuesto para cumplir cabalmente con sus funciones.
En tanto, la ciudadanía ha brillado por su ausencia. Horrorizada, sigue en lo suyo. Sobreviviendo día a día, sacándole vuelta a la inseguridad o padeciéndola en total vulnerabilidad. El miedo y la indiferencia se confunden.
Esto es lo que más preocupa. Una sociedad que no exige eficiencia a sus autoridades, que no se solidariza ante aquellas situaciones críticas que pone en riesgo a su propia existencia, está condenada a perecer en las más funestas condiciones.
¿Hacia ese escenario estamos transitando?
Una población educada, tanto en el ámbito familiar como escolar, en la lógica del desmantelamiento ciudadano, en la denostación e indiferencia de la participación política que es el tuétano de una sociedad democrática. Preferimos hacernos a un lado para no meternos en problemas. Frecuentemente se piensa que quien ha sufrido desaparición forzada y posteriormente ha aparecido sin vida en una fosa, algo hizo, se lo buscó y es su problema. No el nuestro. En todo caso, es problema de los colectivos con familiares desaparecidos.
¿Qué tan cierto es esto?
Esta semana, los colectivos en voz de las madres de personas desaparecidas han pedido al titular de la Fiscalía General del Estado, que no sea indiferente ante este grave problema. Las madres piden sensibilidad. En fechas pasadas, él ha pedido respeto cuando, por cierto, no ha tenido el mismo gesto con aquellas que penan por sus hijos y cavan el suelo veracruzano impulsadas por el amor y la desesperación.
Hace 20 años el cantante británico Gordon Somner, mejor conocido como Sting, compuso e interpretó una canción que hacia referencia a las madres que buscan a sus seres amados. Hacía referencia a aquellas que en soledad encaran a las autoridades, buscan a sus hijas e hijos y son amenazadas y menospreciadas tanto por el funcionariado de poca monta como aquel de primer nivel.
En “they dance alone”, el cantautor hace clara referencia a las Madres de la Plaza de mayo. Un grupo de mujeres a quienes les fue arrebatada su descendencia en la dictadura militar argentina de la segunda mitad del siglo XX.
Con desgarradora vigencia, la letra de esta canción evidencia situaciones graves que hoy en día acontecen en Veracruz: la triste y solitaria búsqueda realizada por las madres de personas desaparecidas, el ambiente hostil y amenazante generado por las autoridades ante la exigencia de ellas y el papel patético de una sociedad que observa paralizada por el miedo, pero también por el desinterés.
Diariamente hacen un llamado, como madres de una generación desaparecida que les fue arrebatada a la fuerza. Un llamado a involucrarnos a no ser indolentes. ¿Las vamos a escuchar? De ello depende el rumbo que tomaremos en los años venideros.