Las verdades de Solalinde

“Hace falta más valor para sufrir que para morir.” – Napoleón Bonaparte.

Acostumbrado a ver el rostro de la muerte cara a cara, Alejandro Solalinde Guerra continua abrazado a su fe, buscando la justicia terrenal se aplique, sabedor que la justicia divina, esa que sale de nuestro entendimiento, pero que está en manos de esa fuerza superior que en las diversas religiones recibe muchos nombres tarde o temprano habrá de llegar en Veracruz.

Nominado al Premio Nobel de la Paz este 2017 por la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM) y aceptado por el Comité Noruego, fundador del Albergue “Hermanos en el Camino” de Ciudad Ixtepec, Oaxaca, sabe que la verdad es y será siempre más poderosa que la mentira.

El sufrimiento humano, es para Solalinde campo fértil para su misión pastoral, sabe bien que cuando habla lo hace con justificación de causa, el tema de llamar la atención de la sociedad o de los medios, no son parte de su objetivo, sino, el consignar realidades que aun cuando duelen, son necesarias abrir, pues de ellas habrán de salir los gritos de miles de personas desaparecidas, que exigen retornar a sus hogares al menos para que sus familias les ofrezcan una correcta sepultura.

Sus más recientes señalamientos de nueva cuenta simbrán a todo el estado, sabedor de que son el último recurso para que la autoridad reaccione y deje de lado su letargo, ese que producen la incapacidad y la inexperiencia achacada al Fiscal General del Estado, Jorge Winckler Ortiz se soporta en la verdad de cientos de padres de familia que, hoy por hoy, se sienten humillados y vejados por las actitudes monárquicas del responsable de impatir la justicia en la entidad.

Para Solalinde Guerra el conflicto por la desaparición sistemática de más de 15 mil personas, tan solo en el sexenio de Javier Duarte, son suficiente evidencia para que la autoridad comience a actuar y reconocer el grave vacío de la impartición de justicia.

Y aun cuando al menos algunos actores salen en defensa del mandatario estatal, para intentar atajar la hondonada de malas noticias que enfrenta Veracruz, como lo expresado por la presidenta de la Mesa Directiva del Congreso Local, María Elisa Manterola Sáenz, donde pide al padre Alejandro Solalinde presentar las pruebas necesarias para localizar más fosas clandestinas, luego de que afirmó que hay más en Coatzacoalcos, Acayucan, Orizaba, Córdoba y Tierra Blanca.

Tuvo nuevamente que poner el ejemplo el mandatario estatal, Yunes Linares, al aceptar reunirse con familiares de los Colectivos de los Desaparecidos contando con la presencia del presbítero católico, a pesar de las disculpas públicas que ofrecía la mañana de este miércoles el mismo responsable del Ministerio Público Estatal.

El clamor por justicia que expresan madres que ruegan porque sus hijos no aparezcan en estos nuevos hallazgos, se pronuncia con la determinación de una madre como Araceli Salcedo Jiménez, representante del Colectivo Familias de Desaparecidos Orizaba-Cordoba, dio a conocer que en Moyoapan, Ixtaczotitlán y en la localidad de Campo Chico han localizado fosas clandestinas que han sido trabajadas por parte de la Fiscalía General del Estado, por la unidad anti secuestros y la Policía Federal Científica y acusó que los predios pertenecen a exalcaldes y excomandantes de policías de la región centro del estado.

Es así como el gobernador Yunes Linares acude a la cita en Iglesia de Nuestra Señora de la Merced de la ciudad de Veracruz, ubicada en la colonia 21 de Abril, que fue testigo de algo inédito, cuando el titular del ejecutivo estatal refirió que “Quien trajo la delincuencia organizada a Veracruz se llama Fidel Herrera y la trajo a cambio de 12 millones de dólares que le dieron como anticipo para permitir que operaran en Veracruz el Cártel del Golfo”.

Señalamientos serios, graves, que habrán de ser evidentemente confirmados por las instancias federales llegado el momento, pero que corroboran que las verdades de Solalinde son una realidad, una que aporta muchas pistas, tantas que incluso llegó a denunciar donde se escondía el hoy prófugo Javier Duarte en Chiapas, y al cual con toda alevosía y ventaja, la PGR se negó atender, dando oportunidad para que se escapara a Centroamérica de donde se dice aún permanece, siempre y cuando no haya optado por la puerta falsa del suicidio, o simplemente, haya transmutado su rostro para pasar de ser un regordete ladrón, a un verdadero hampón.

Al tiempo.

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