¿Los amigos de Duarte?

La promesa de castigar los abusos de Javier Duarte de Ochoa, principalmente, llevó a Miguel Ángel Yunes Linares a la gubernatura de Veracruz. El panista había competido por ese cargo, en el 2010, con el joven economista que escogió Fidel Herrera como su sucesor; una contienda muy pareja, que ganó el que tuvo más recursos para movilizar las estructuras electorales.

La campaña del 2016 no fue Yunes contra (Héctor) Yunes, sino la de un rabioso panista decidido a aniquilar a una enviciada clase política. El exdirector del ISSSTE al inicio fue víctima de propaganda negativa que expuso aspectos oscuros de su vida privada y -sobre todo- su patrimonio y el de sus hijos. En respuesta, denunció una red de corrupción encabezada por Duarte y desde entonces aseguró que presentaría las pruebas de su opulencia ante las autoridades competentes.

¿La ley del talión, a la veracruzana? Yunes Linares autorizó el despliegue de las pesquisas sobre la riqueza de Duarte incluso antes de que las autoridades judiciales comenzaran a perseguir al priista. La Auditoría Superior de la Federación ya contaba con evidencia suficiente sobre los desmanes administrativos del gobierno veracruzano, exacerbados en coyunturas específicas: los Juegos Centroamericanos, el Hay Festival, la Cumbre del Tajín, la Cumbre Iberoamericana…

En el epicentro de todos los excesos de la burocracia duartista estaba Karime Tubilla Letayf, esposa del político cordobés. Y en el primer círculo, un grupo de excompañeros que con ellos coincidieron en el campus de la Ibero, hace 25 años. Amigos mutuos que los cobijaron durante su estancia madrileña y que abrazaron entusiastamente el ascenso del consentido de Fidel Herrera.

Las pesquisas pronto llevaron a Moisés Mansur Cysneiros, quien recientemente refirió que Duarte fue su mejor amigo hasta hace una década. Unos meses antes de llegar al poder, Yunes asumió personalmente el control de las pesquisas y, en un peculiar ejercicio de un poder anticipado, se entrevistó con los amigos de Duarte para instarlos a confesar “todos sus pecados”. El gobernador electo definió sin empacho: “cuando yo me di cuenta de que había debilidad en los cómplices empecé a localizarlos uno a uno y empecé a sentarme con ellos”.

Entre ellos estaban José Juan Janeiro Rodríguez y Moisés Mansur Cysneiros. Al primero, Yunes lo contactó por medio de un amigo mutuo, lo citó en uno de los restaurantes de la zona hotelera de Polanco y, tras los saludos de rigor, pasaron a una zona restringida, para platicar sin intrusiones.

Janeiro -refirió el mandatario veracruzano- sin mayor preámbulo reveló los principales engranajes de la red de Duarte. Y se ofreció a contactarlo con Mansur, quien inicialmente rechazó la propuesta de una reunión, pero Yunes lo convenció con un argumento de peso: su esposa estaría entre los indiciados.

El encuentro ocurrió en Toronto. Y Yunes lo desarmó sin mayor esfuerzo. “Ya sé quién es usted: se fue a Florencia, invitó a 40 personas de la familia de su esposa, rentaron tres aviones, se hospedaron en un castillo y usted pagó su estancia durante 15 días con compras libres. Eso no lo hizo con dinero de usted, lo hizo con dinero de los veracruzanos”, abrió. A partir de allí, Mansur cooperó.

A lo largo de su trayectoria, Yunes ha demostrado que es capaz de eliminar cualquier obstáculo, en pos de sus objetivos, ya sean personales, empresariales o políticos. La persecución de Duarte, sin mayor empacho, ha admitido la filtración de imágenes y testimonios de antiguos cercanos del gobernador priista, hoy prófugo de la justicia, mientras quienes lo traicionaron están en libertad, ¿acaso como testigos protegidos?

El caso fue atraído por la PGR y la carpeta de investigación contiene la declaración de Alfonso Ortega López, un abogado corporativo quien desde el 2010 intervino en la creación de las empresas fantasma que fueron denunciadas en septiembre pasado. Este abogado corporativo obedecía directamente a Mansur Cysneiros, a quien conoce desde hace más de tres décadas y comparte un vínculo cuasi familiar con él: son compadres.

Entre el triunfo de Yunes en las urnas -en junio- y el cambio de poderes transcurrieron cinco meses. Si apenas fue declarado gobernador electo, el panista intensificó el cerco contra Duarte y su primer círculo. En octubre Victorino Benítez Márquez, administrador único de la empresa Bienart, fue detenido por elementos de la Agencia de Investigación Criminal de la PGR, derivado de una indagatoria que realiza la subprocuraduría especializada en investigación de delitos federales.

Las compras ficticias se multiplicaron en el sector salud de Veracruz. Los testimonios de los examigos de Duarte fueron el hilo que permitió encontrar otras pistas. Y las autoridades federales ya cuentan con evidencias suficientes para deslindar responsabilidades. En este caso, las historias terminan en China.

Recientemente ha habido otras detenciones, que las autoridades federales pronto harán públicas. Y, tras acabar con la red de corrupción de Duarte, el gobernador de Veracruz emprenderá una nueva batalla electoral. Y, después, enfilará a resolver su pleito con los beltronistas. Al tiempo.

EFECTOS SECUNDARIOS

ÉXODO. Miguel Ángel Mancera reclamó lealtad a su proyecto y exigió la renuncia de Miguel Ángel Torruco. “Están con AMLO o conmigo”, es el mensaje implícito. La respuesta ha sido escandalosa: el exgobernador de Tlaxcala, José Antonio Álvarez Lima, endorsará al Acuerdo de Unidad para el Renacimiento de México, lanzado recientemente por el líder morenista.

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Alberto Aguirre M. / El Economista.