Los debates deben ser para conocer planes de gobierno, sin ocurrencias ni dimes y diretes

A medida que se acerca el fin de las campañas políticas, los aspirantes presidenciales van siendo descubiertos en las inconsistencias de sus propuestas y en las mentiras como la de Ricardo Anaya que aseguró haber escrito un libro: “DE FRENTE AL FUTURO” y resultó que solo tiene la portada.
De ocurrencias y mentiras en los debates presidenciales estamos hartos los mexicanos; la complejidad de los problemas económicos del país, han ocasionado incrementos a los precios de la canasta básica, las gasolinas y la energía eléctrica, que van disminuyendo considerablemente el valor de compra del peso mexicano; y de estos temas ningún candidato se ha encargado para plantear posibles soluciones, en lugar de aprovechar los tiempos en televisión para estigmatizar a los adversarios con el tema de la corrupción.
En cada proceso electoral, la sociedad renueva la esperanza de que se resuelvan favorablemente sus principales problemas; y es por ello que los demagogos, mientras no se descubren sus mentiras, resultan favorecidos con la simpatía de la gente que apresuradamente manifiesta su decisión de apoyar a quienes prometen la solución de problemas complejos, con una simple afirmación de ser el más honesto y el que todo lo puede, aunque no tenga la preparación y experiencia para asumir tal compromiso.
De los cuatro candidatos presidenciales vigentes, después de la renuncia de Margarita Zavala, ninguno ha mencionado cómo será su relación política con la pluralidad de Gobiernos Estatales y Municipales que gobiernan en la esfera de su competencia y cuyos periodos no terminan en la misma fecha de relevo del Ejecutivo Federal.
Y tampoco han presentado en los debates, sus planes y programas de gobierno, para resolver la problemática nacional que sería lo deseable para comparar quien de los cuatro personajes, ofrece a los electores la mejor propuesta de trabajo, que haga posible terminar con la inseguridad, la delincuencia y la impunidad; pero también que se garantice el respeto a los Derechos Humanos y el desarrollo de la personalidad individual y colectiva, en función de sus capacidades y preparación.
Por último, sería recomendable que los mediadores del próximo debate, no pretendan opacar, favorecer o minimizar a los candidatos presidenciales; ya que en el primer debate robaron cámara y cobraron generosas cantidades de dinero autorizadas por el INE.