La imagen del Estado de Derecho debe garantizar legalidad y seguridad, tal como se propone en el constitucionalismo clásico. La legalidad garantiza el Estado de Derecho, bajo el cual la sociedad y el estado, obtienen la seguridad de ajustar sus actos al mandato de la Ley.
De ahí parte la teoría del Contrato Social de Juan Jacobo Rousseau, que justificaba el sometimiento de los derechos individuales para conformar el poder soberano y recibir del Estado, con toda su fuerza, los mismos derechos aportados por los individuos, pero fundamentados y respaldados en el conjunto de normas jurídicas vigentes en una época y lugar determinado.
Charles Louis de Secondat, señor de la Brède y barón de Montesquieu, es reconocido como un filósofo de la ilustración y es quien articuló la Teoría de la Separación de Poderes, que en la mayoría de las constituciones de los Estados modernos, está plasmada para garantizar el equilibrio que se requiere en un gobernante depositario del Poder popular. En una democracia, jamás debe existir un poder absoluto.
El Legislativo que hace las leyes, deroga las ineficaces y crea las nuevas leyes para modernizar la acción del gobierno; no debe entrometerse en el ámbito de competencia del otro poder, al que se le encomienda la potestad de juzgar y lo mismo ocurre frente al depositario del Poder Ejecutivo que jamás debe usurpar la competencia del Legislativo y el Judicial.
Solo así se puede vivir en democracia, ahora que la mayoría en el Senado y en la Cámara de Diputados, son militantes de MORENA, aliados indiscutibles del depositario del Poder Ejecutivo, no puede o más bien dicho, no deben arrinconar y avasallar al Poder Judicial de la Federación, so pena de generar un cambio violento, inesperado y faccioso de la forma de gobierno que la propia Constitución Federal establece.
Si no hay respeto al Supremo Poder de la Federación enunciado en el artículo 49 constitucional, que prohíbe reunir dos o más poderes en una sola persona y que en los hechos los MORENOS del Legislativo están sometidos a las decisiones del titular de Ejecutivo, sin importar el pretexto de los sueldo y prestaciones de los altos funcionarios del Poder Judicial, enfrascados en este pleito inédito en la historia de nuestro país, no habrá seguramente ninguna Cuarta Transformación; los ánimos están caldeados, la prudencia será el mejor aliado de los actores políticos que se han subido al ring.
