Miles marchan en el mundo en pro de la Ciencia y contra las políticas de Trump 

 Numerosos investigadores en todo el mundo tenían previsto salir de sus laboratorios y participaban el sábado en manifestaciones callejeras contra lo que describen como el aumento de los ataques contra la ciencia.
La Marcha por la Ciencia, que coincide con el Día de la Tierra, fue convocada en más de 500 ciudades, con epicentro en Washington. Estaba programada la participación de decenas de sociedades científicas ajenas a partidos en una afluencia combinada de activistas políticos y los que apoyan la ciencia.
Una protesta que comenzó en Australia y Nueva Zelanda, en ciudades como Sydney, Brisbane, Camberra, Perth, Auckland o Wellington.
Según se iba despertando el mundo, se unieron manifestantes en Tokio, Hong Kong, Ciudad de Ho Chi Minh, Seul, Lukla (Nepal) o Nueva Delhi, con actos que mezclaban la reivindicación de la ciencia con la celebración del Día de la Tierra.
En Nueva Delhi importantes personalidades, desde el primer ministro, Narendra Modi, hasta premios Nobel de la Paz como el dalái lama -exiliado en la India- o Kailash Satyarthi, remarcaron hoy la necesidad de proteger la naturaleza para las nuevas generaciones.
La protesta se fue extendiendo por Oriente y llegó a Europa con un claro carácter científico.
En Francia una decena de ciudades organizaron marchas enmarcadas en el apoyo a sus colegas de Estados Unidos, “expuestos al rechazo de la nueva Administración de Donald Trump”, indicaron los organizadores.
Mientras, en Londres los defensores de la ciencia marcharon por las calles de la ciudad desde el Museo de la Ciencia hasta la plaza del Parlamento, en Westminster, para expresar su preocupación por lo que consideraron una “tendencia alarmante” entre los políticos a desacreditar la investigación científica.
Un “Picnic científico” con la presentación de diversos experimentos en el Parque Sigmund Freud marcó el inicio de la marcha en Viena, y unas 20 ciudades alemanas se unieron a la protesta global con acciones para defender la autonomía de la ciencia y oponerse a la llamada postverdad y a la postulación de que lo que se ha llamado “hechos alternativos”.
Desde Friburgo, en el suroeste del país, hasta Greifswald, en el noreste, muchas ciudades universitarias se sumaron a la protesta coordinada por la Sociedad Helmholtz, que también se desarrolló en Colonia o Berlín, donde se reunieron unas 11.000 personas, según los organizadores.
A orillas del lago Lemán se celebró la marcha en Ginebra, donde pedían que el acto de hoy fuera el “inicio de un gran movimiento de defensa de una ciencia al servicio de todos”, una idea que apoyó el ex director general del Centro Europeo de Física de Partículas (CERN), Rolf Heuer.
Los participantes llevaban carteles que mostraban imágenes de una hélice doble y símbolos de química. También había movilizaciones en Berlín y otras ciudades de Alemania.
Los carteles y pancartas de la manifestación en Washington tenían un toque de enojo, humor y complicadas referencias científicas.
Un chico de siete años llevaba un cartel que decía “Sin taxonomía no se condonan impuestos”. La taxonomía es la ciencia que clasifica a los animales, plantas y otros organismos.
“Creemos que la ciencia es importante, es el camino hacia el futuro, necesitamos proteger nuestro futuro, no vamos a tener otro planeta al que ir y el presidente Trump debería respetar eso”, dijo a Efe Kelsy Tarase, de 26 años y profesora de Ciencia para niños de educación primaria.
Kelsy y su hermana, Katy, de 34 años, condujeron toda la noche desde Cleveland (Ohio) para poder participar hoy en la marcha, a la que acudieron vestidas con un disfraz naranja de astronauta.
Las dos sienten “angustia” por el presupuesto presentado en marzo por Trump, en el que se aumenta el gasto militar a cambio de recortes en importantes agencias científicas, como la NASA y la Agencia de Protección Medioambiental (EPA), encargada de estudiar el cambio climático.
El Congreso tiene la última palabra en la aprobación y modificación del presupuesto, por lo que los científicos esperan que las marchas de hoy sirvan para poner a los legisladores de su lado.
La marcha se desarrollará entre fuertes medidas de seguridad, pues por ejemplo, para entrar al recinto de la protesta, los manifestantes tienen que pasar unos controles, similares a los de los aeropuertos y en donde los guardias se aseguran de que nadie lleva globos o palos, objetos prohibidos para el acto.
Mientras cientos de personas hacen fila para entrar al recinto, decenas de voluntarios ofrecen pancartas con el lema oficial de la marcha: “Science, not Silence” (“Ciencia, no silencio”).
Los organizadores han insistido en que la marcha no debe ser un evento contra Trump, sino una reivindicación del importante papel que debe jugar la Ciencia en la sociedad y en el debate político para que los gobernantes puedan tomar buenas decisiones teniendo en cuenta los hechos y no elucubraciones.
No obstante, muchos lucían pancartas con mensajes contra Trump, como “Ciencia = realidad, Trump = mentiras” y “Trump escucha los hechos, no los ‘hechos alternativos’”, unas palabras que critican lo que muchos ven como un desprecio por la verdad de la Casa Blanca y que la consejera presidencial Kellyanne Conway definió como “hechos alternativos”.
Otras ciudades de Estados Unidos, como Nueva York y Chicago, celebran hoy también actos en apoyo de la “Marcha por la Ciencia”, un movimiento que ha captado el apoyo de 220 grupos científicos, como la importante Asociación Estadounidense para el Avance de la Ciencia, que promueve la cooperación científica.
La protesta ponía de relieve una mayor postura pública de los científicos, que por lo general son ajenos a las movilizaciones y cuyo trabajo depende de la experimentación objetiva.
Los organizadores dijeron que la marcha tenía connotaciones políticas pero era ajena a los partidos para promover la comprensión de la ciencia y defenderla de diversos ataques, como los recortes gubernamentales propuestos por el presidente Donald Trump, entre ellos una reducción de 20 por ciento al Instituto Nacional de Salud.
Los investigadores participantes en la marcha dijeron que les preocupaba el rechazo público y político hacia los avances científicos, entre ellos el cambio climático y la seguridad de las vacunas.