MUJER, MUJER, BENDITA MUJER

Esta disertación quiero dedicarla, con la más profunda admiración, respeto, amor y cariño a todas las mujeres; dentro del marco del día internacional de la mujer, para hacer patente un amplio reconocimiento a todas. No hay palabras suficientes para expresar lo inmensurable de su amor, como madres, como esposas, como hijas, como abuelas, hermanas, etc. Ellas son, la principal fuente de inspiración de los artistas, plasmado en cada creación dedicada a ellas: canciones, poemas, pinturas, obras, que tratan de exaltar a lo sumo lo esplendorosas, hermosas, amorosas, encantadoras y sublimes que pueden ser las mujeres.
El verdadero amor de la mujer es sacrificial, purificador, nutriente y perdurable. Es sacrificial, porque una mujer es capaz de dar su tiempo, atención y energía, trasladando sus pensamientos y acciones para centrarlos en los de los que ella ama. Es puro, porque da su amor sin mancha, ni arruga, ni cosa semejante, sino de una forma santa, piadosa porque ama lo bueno y lo que es sano. Es nutriente, quiero decir, que lo alimenta con cuidados, con su apoyo, con su ayuda. Y perdurable, porque lo asume como un compromiso que perdura en el tiempo, a pesar del desaliento o los problemas, nunca deja de dar amor.
¡Esto amigos míos, debe ser el amor por ellas! Este amor debe ser traducido en el más puro sentimiento nacido dentro de la mente y el corazón de un verdadero amor que debemos demostrar, con hechos y palabras.
Una columna no alcanza para expresar la gran admiración hacia las mujeres. Los hombres que tenemos a una mujer en nuestras vidas (madre, esposa, hija, nieta, hermana, abuela, tía, etc.); Somos inmensamente e inmerecidamente bendecidos por Dios. Y una de las formas más hermosas para definir a la mujer virtuosa, se encuentra en el capítulo de los Proverbios 31, versículos de 10 al 31, que a la letra dice: “Mujer virtuosa, ¿quién la hallará? Porque su estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosa.  El corazón de su marido está en ella confiado, y no carecerá de ganancias. Le da ella bien y no mal
Todos los días de su vida. Busca lana y lino, y con voluntad trabaja con sus manos. Es como nave de mercader; Trae su pan de lejos. Se levanta aun de noche y da comida a su familia
Y ración a sus criadas. Considera la heredad, y la compra, y planta viña del fruto de sus manos. Ciñe de fuerza sus lomos, y esfuerza sus brazos. Ve que van bien sus negocios; Su lámpara no se apaga de noche. Aplica su mano al huso, y sus manos a la rueca. Alarga su mano al pobre, no tiene temor de la nieve por su familia, porque toda su familia está vestida de ropas dobles. Ella se hace tapices; de lino fino y púrpura es su vestido. Su marido es conocido en las puertas, cuando se sienta con los ancianos de la tierra. Hace telas, y vende, y da cintas al mercader. Fuerza y honor son su vestidura; y se ríe de lo por venir. Abre su boca con sabiduría, y la ley de clemencia está en su lengua. Considera los caminos de su casa, y no come el pan de balde. Se levantan sus hijos y la llaman bienaventurada;
y su marido también la alaba: Muchas mujeres hicieron el bien; Mas tú sobrepasas a todas. Engañosa es la gracia, y vana la hermosura; La mujer que teme a Jehová, ésa será alabada. Dadle del fruto de sus manos, y alábenla en las puertas sus hechos.
Con todo mi amor para las mujeres de mi vida: Romina, Xóchitl e Iris (mi hija, mi esposa y mi madre)