NECESARIO MARCAR EL ALTO A LA “AMERICA BLANCA” DE TRUMP Y URGENTE DEFENDER CON PATRIOTISMO LA DIGNIDAD DE MÉXICO

Sepultadas en Estados Unidos las aspiraciones de la humanidad para vivir en libertad, con igualdad y fraternidad, el día de hoy Donald Trump asume la presidencia de los Estados Unidos de Norteamérica bajo el augurio de gobernar por un periodo de cuatro años con xenofobia, misoginia y racismo; que han sido las principales características mostradas por el personaje que triunfó para gobernar el país más poderoso del mundo; y después de diecisiete meses de campaña, contra todos los pronósticos que incluyen encuestadoras prestigiadas, analistas políticos y brujos que presagiaban un resultado a favor de la demócrata Hilary Clinton; quedaron rebasados por la realidad norteamericana, que en su ejercicio democrático determinó acabar con el sueño americano de los migrantes y detener la llegada al territorio estadounidense de las corrientes migratorias latinas, africanas y europeas.

Así, bajo el lema “Que América sea Grandiosa otra vez” ( Make America Great Again), Donald Trump inició de menos a más una campaña política que parecía “haber nacido para perder”. Pero como en política, “no siempre lo que parece ser es”; la gran sorpresa para los observadores políticos, pero más para los electores norteamericanos, en su mayoría de color blanco, el cómputo electoral favoreció al magnate, quien con estrategias poco convencionales, fue avanzando, encabezando una gran marcha a su favor, constituida, en su mayoría, por los partidarios del racismo antimigrante y creyentes como en su momento Adolfo Hitler lo fue, de la superioridad excluyente de la raza blanca; esa parte del pueblo norteamericano que parecía indiferente, adormilada y sin participación política, comenzó a expresar sus simpatías por Donald Trump, apoyándose en endebles argumentos como el de “Donald Trump no es corrupto, es honesto y es un ejemplo de hombre libre franco y directo, que en libertad, siempre dice lo que siente”.

Lo peor que le podía pasar a México, después de los altos índices de inseguridad, corrupción e impunidad que involucran a la sociedad en su conjunto; y que la clase gobernante ha tolerado y auspiciado, para aprovechar el desvío de recursos públicos de cantidades multimillonarias a las cuentas privadas de quienes nos gobiernan; sin que exista algún poder que frene, limite y castigue esas conductas criminales; una de las consecuencias nefastas desde el ocho de noviembre en que se anunció el triunfo de Donald Trump, ha sido la inestabilidad del peso mexicano en los mercados financieros internacionales y la baja del precio internacional del petróleo de México, que siendo el sostén principal de nuestra economía, han generado un empobrecimiento de la población, acompañado del desempleo y de aumentar los índices de pobreza que en el año 2012 con cincuenta millones registrados en INEGI, han llegado a sesenta millones de mexicanos en estado de marginación, rebasando el cincuenta por ciento de la totalidad de los habitantes de este país; la devaluación del peso frente al dólar, que en su máximo histórico rebasa los veinte pesos por dólar, se estima que en veintidós pesos cincuenta centavos quedaría en definitiva la paridad de nuestra moneda y que esto se daría a partir de la toma de posesión de Donald Trump, como Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica; Sin embargo, hay otros analistas económicos acusados de promover “el catastrofismo”, que aseguran que para el mes de junio próximo, el dólar podría costar veinticinco pesos, generando una quiebra total de la economía mexicana, por su dependencia económica innegable del vecino país del norte; además de todas las consecuencias que acarrearía una “mega inflación”, que como ya se vio con el gasolinazo incrementará los actos delictivos; la violencia callejera; la represión policial; y todo lo que sirva para una cortina de humo que los funcionarios del gobierno ya están aprovechando para eludir sus responsabilidades.

En repetidas oportunidades Donald Trump ha declarado que existe un “déficit comercial” con México, a partir de la firma del Tratado de Libre Comercio y por consiguiente, acusa a nuestro país de que la relación comercial con los norteamericanos únicamente beneficia a los colindantes del sur con la frontera norteamericana estimada en tres mil doscientos kilómetros de longitud, de los que se requiere construir mil seiscientos kilómetros de cortina amurallada y aprovechar las barreras naturales que vigilarán, según Trump, que no sigan invadiendo los migrantes su territorio; y que no sigan desplazando en sus empleos a los norteamericanos de origen y a los que ya están nacionalizados y tienen su legal residencia. El costo del muro, ha sido estimado en ocho mil millones de dólares, que Donald Trump insiste en cobrarlo a México, sin importar, la aceptación o rechazo del presidente Enrique Peña Nieto, quien además está consciente de que si los norteamericanos llevan a México a una recesión, México va a perder muchas divisas que provienen de las exportaciones; de las remesas de migrantes a sus familiares; y de la inversión extranjera directa; como empieza a sentirse entre los empresarios mexicanos, que antes de la aparición de Donald Trump, se sentían “los Dueños de México”

Nada bueno se puede esperar para México, del gobierno de Donald Trump, cuando desde antes de tomar posesión de su cargo, decide en nombre de todos los poderes públicos norteamericanos, amenazar a empresas norteamericanas como la Agencia Ford, Armadora y Comercializadora de Autos en México, ordenándole que suspenda las inversiones que tenía ya programadas y que darían a miles de mexicanos una oportunidad de empleo, bien pagado dentro de nuestro país, arraigando de tal forma a los trabajadores y sus familias, para evitar la migración en la búsqueda afanosa de una fuente laboral; pero Trump que podría ser sinónimo de tirano; ya demostró que en sus actos de gobierno pasará por encima de la ley e impondrá sus caprichos de gobernante déspota, con la superioridad de la fuerza de la que ha dispuesto siempre el gobierno norteamericano, como policía del mundo y como juez de sentencia y de condena de cualquier otro país (como el nuestro), que no cuenta con las armas y los ejércitos necesarios para combatir y derrotar al Coloso del Norte.

Lo que más extraña a todos los mexicanos, es la tibieza con que quienes nos gobiernan, desde el señor Presidente Enrique Peña Nieto hacia abajo, en vez de defender nuestra soberanía y los intereses nacionales, se pasen a las filas de nuestros enemigos, con una gran Traición a la Patria, para hacerles el juego y sin el menor rubor, mostrar complacencia, tolerancia o indiferencia, con las ocurrencias inaceptables que salen de la mente enferma del tirano Donald Trump. Del despojo del territorio nacional perpetrado por Estados Unidos contra México el siglo antepasado, durante el gobierno de Santana; a las intromisiones durante los intentos de imponer a Maximiliano de Habsburgo como emperador de México; los apoyos brindados por los norteamericanos para impedir el triunfo de la república encabezada por el presidente Juárez; la connivencia con el General Porfirio Díaz, para evitar la consumación del triunfo de Francisco I. Madero a quien las circunstancias convirtieron en el iniciador de la Revolución Mexicana; más la invasión norteamericana de 1814; de 1847 y hoy el avasallamiento del tirano Donald Trump para pisotear nuestra soberanía, pasando por encima de nuestro nacionalismo e independencia, confirman todos esos pasajes históricos vividos entre ambas naciones, la mala relación que siempre ha existido entre México y Estados Unidos. El último gobernante patriota que se recuerda como defensor de los intereses nacionales fue el General Lázaro Cárdenas del Río, quien para vencer la presión de las compañías norteamericanas que se habían apoderado de los grandes yacimientos petroleros (huevos de oro de la gallina, que no ha dejado de poner), expidió el Decreto Expropiatorio del Petróleo de México, a sabiendas de que se enfrentaría al gobierno norteamericano y a los dueños de las empresas petroleras expropiadas; pero en 1938, pudo más el valor y el amor a la patria del General Cárdenas, que el temor a mostrar la casta, que hoy demuestran los gobernantes en turno, para silenciar el reclamo justo de México, para recibir un trato diplomático justo y apegado a las normas jurídicas internacionales que rigen la relación política, económica y social entre las naciones del mundo.

Falta un mexicano con valor o muchos mexicanos con valor para demandar la reivindicación de México y exigirle a Donald Trump a partir de hoy, el respeto irrestricto a nuestra patria soberana y generosa.