Polarización, ¿Quién gana, quien pierde?

“La serenidad no es estar a salvo de la tormenta, sino encontrar la paz en medio de ella.” – Thomas de Kempis.

México enfrenta la peor de las crisis político-sociales de los últimos 50 años.
El caldo de cultivo para el estallamiento social está ahí, latente, durmiendo un letargo del que desearíamos no despertase.
Pero la polarización y el sectarismo que se ha comenzado a gestar desde el triunfo del presidente Electo, Andrés Manuel López Obrador verdaderamente dista mucho de ser el mejor de los escenarios para un proceso de transición.
Nadie es ajeno a que no existen buenos antecedentes en nuestro país de casos similares, primero liberales contra conservadores, republicanos contra monárquicos, pobres contra ricos, nunca ninguno de estos fenómenos le ha dejado nada bueno al país.
Hoy los “chairos” contra los “fifís” son la nueva expresión de ese México que parece no tener retentiva histórica, que pareciera olvidar siempre todas las afrentas y hierros que han puesto en jaque la estabilidad de la nación precisamente por llevar a tal extremo las cosas.
Bien cita el periodista Salvador García Soto, en su Columna “Serpientes y Escaleras” publicada este lunes 12 de noviembre.
Dice el periodista “En ambos casos no se puede generalizar y hay distintos niveles de vehemencia e irracionalidad, pero en general los dos grupos incurren en el lenguaje agresivo que no distingue entre la crítica y el ataque, entre el desacuerdo y la agresión, entre el disenso y la descalificación. Y para ahondar el sectarismo y la segregación de quienes no piensan igual que ellos, en los dos bandos recurren al mismo lenguaje de odio en las redes sociales y pueden utilizar ya sea perfiles reales de quienes ejercen su libertad de expresión o perfiles y cuentas falsas (bots) que se utilizan para aplastar al contrario y generar tendencias virales o de opinión pública y política.”
Y es que precisamente eso me llama la atención de dos hechos ocurridos recientemente uno el de la misma marcha de este domingo en la Ciudad de México, en donde cientos o hasta miles de personas salieron a protestar por las acciones emprendidas por el gobierno electo a través de una consulta, que a todas luces sabemos careció de toda legalidad, pero que pretendió convertirse en referente de las decisiones del nuevo gobierno.
Ahí como todos lo vieron, hubo quienes sin mayor recato expresaron posiciones sumamente contrarias a un respeto y equilibrio social prudente, comentarios y menciones xenofóbicas contra la “caravana migrante”, que no tendrían mayor razón de ser, pero que muestran el nivel de polarización y sectarismo presente en la sociedad.
Por otro lado, una pelea campal en un parque de diversiones de la misma Ciudad de México, ocurrido en días pasados, en donde se ve que la sociedad está lista para estallar en cualquier momento.
En le video que circula en las redes sociales se observa como a pesar de estar en un parque de diversiones para niños y niñas los formados en la fila comienzan a golpearse sin mayor recato y prudencia, con una ira que irradia ese dejo de venganza por todos y contra todos, mismo que puede apreciar https://www.periodicocentral.mx/2018/pagina-negra/vialidad/item/25238-video-muestra-el-momento-en-que-visitantes-de-six-flags-arman-pelea-campal
La realidad es que esto es tan solo una muestra de ese manejo discursivo en donde las palabras se quedaron sin sentido, donde ya no prevalece el dialogo, porque ya nadie escucha, en donde solo la irracionalidad y la fuerza se impone por encima del más débil.
Nada, ni nadie gana con este lenguaje y discurso de odio, es urgente serenar el espíritu, dejar de lado posiciones entre pares, pues a final de cuentas todos somos México.
Nadie gana y todos pierden en este vehemente discurso de odio, si no hacemos un alto y reflexionamos sobre el tema, la bomba de tiempo simplemente estallará y nada, ni nadie podrá pararla, hasta haber millones de consecuencias.

Al tiempo.

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